Brexit, un barco encallado

La primera ministra británica, Theresa May, se embarcó ayer en un agónico viaje por varias capitales europeas para tratar de salvar in extremis su acuerdo del Brexit. El acuerdo que dentro del reino Unido nadie quiere y que fuera se lo han firmado por compasión. May estuvo, en sólo una jornada, en Holanda, Alemania y Bélgica. Si no visitó también París, Roma y Madrid fue porque el día no tenía más horas.

Pero el palizón de kilómetros que se hizo no le sirvió para nada. Ni Juncker, ni Merkel, ni Rutte quieren oír hablar de la renegociación del acuerdo. En Londres, entretanto, se suspendió la votación del acuerdo que estaba programada para ayer. Los Comunes, sin embargo, convocaron una reunión de urgencia. En definitiva, tal y como estaba previsto, el barco comandado por Theresa May ha encallado contra los bajíos de la realidad.

1 Comment

  1. El Brexit no tiene ningún elemento positivo capaz de compensar mínimamente la abrumadora cascada de desastres que supondrá para los británicos. Esta realidad la acabarán por experimentar todos y cada uno de los británicos, pese a los esfuerzos de Teresa por ocultársela en todo momento y retrasar su efectos, hasta donde le está siendo posible. Como no encuentra más mentiras verosímiles ni más dilaciones justificadas, ahora se aplica a mentiras imposibles y a dilaciones injustificables. Todo por prolongar apenas su agonía pese a que su defenestración política se selló el día que asumió la gestión de un Brexit en el que no creía y del que el UK no podía salir con bien. Es entendible que Teresa quiera retrasar la ingesta del sapo y le azuce para que salte, pero el sapo, junto con el compromiso de embaulárselo lo adquirió ella entre sonrisas y vítores, ya muy, muy lejanos. Se acerca la hora de la cena, no está la mesa puesta ni el sapo cocido, pero no hay plato alternativo.
    Un cordial saludo.

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