Tras cerca de un mes de protestas callejeras en Venezuela ya se cuentan nueve muertos, centenares de heridos y más de mil detenidos. Pero este no es un episodio más de protestas contra el Gobierno chavista. Nos encontramos en un punto de inflexión del régimen que comenzó con las polémicas sentencias del TSJ retirando sus competencias a la Asamblea Nacional. El Madurazo ha abierto una nueva e inquietante fase en la que el régimen se ha despojado definitivamente de cualquier atisbo de democracia representativa. El madurismo es un chavismo duro, militarizado y tremendamente represivo pero que ha obrado el milagro de unir de nuevo a la oposición bajo una única bandera y una hoja de ruta muy precisa.
Como dato de teoría política decir que según creo en Venezuela nunca hubo separación de poderes real en su República Bolivariana Socialista y eso es un mal comenzar para cualquier forma de República y una puerta abierta o caramelo para practicar el despotismo de las bandas mafiosas organizadas políticamente.
Un saludo.
Maduro ha conseguido, de manera involuntaria, algo poco frecuente que es la unanimidad en el desafecto. Quienes le jaleaban, ahora callan, quienes le consentían, ahora le reprueban y quienes le contestaban, ahora le recriminan. Se ha convertido en el punto en común de toda la oposición, junto a todo bien pensante, y se ha transformado en la ligazón del resto del mundo con los venezolanos resistentes y represariados. Esto es un punto de esperanza en el drama venezolano porque, aunque le no resta nada a la actual tragedia, puede ser la base de una contestación aglutinada, sólida y obstinada; y con esas mimbres se suelen conseguir grandes cosas. Ojalá.
Un cordial saludo.