El Gobierno británico adelantó este martes que prohibirá a los operadores de telefonía móvil la compra de equipos Huawei a partir de este mismo año. La prohibición no afecta a los terminales pero si al equipamiento de red. Esto saca a la multinacional china del despliegue de redes 5G en el Reino Unido, que se suma de este modo a EEUU, que ya apartó a Huawei el año pasado. La decisión tomada por el gabinete de Boris Johnson viene precedida de un informe del Consejo de Seguridad Nacional en el que se duda de la seguridad de los equipos Huawei.
Tras este movimiento un tanto inesperado (hace sólo seis meses Johnson dio el visto bueno a Huawei aunque con algunas restricciones) es imposible no hacer una lectura política. Podría ser un alineamiento más cerrado con EEUU, que acaba de anunciar nuevas sanciones contra la compañía, o la respuesta británica a la crisis de Hong Kong, que escribió su último capítulo este mes con la nueva ley de seguridad que hace añicos los acuerdos sino-británicos de 1984. Esto, evidentemente, no va a quedar aquí. El régimen chino está a la defensiva y tratará de hacérselo pagar.
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