Instituto Gabriel Calzada (de asuntos familiares)

Me preguntan desde hace meses si estoy distanciado del Instituto Juan de Mariana. Si, lo estoy. Hace dos meses, de hecho, pedí que me diesen de baja. Fue una simple formalidad, llevaba ya mucho tiempo –más de un año– sin dejarme caer por la sede de la calle del Ángel. Sentí algo de pena al hacerlo porque yo fui uno de los fundadores.

Pero no lo hice por pena, lo hice porque esa misma asociación a la que tanto tiempo, ilusión, trabajo y recursos dediqué durante un montón de años no era ya ni sombra de lo que había sido en un principio. O, al menos, de lo que muchos de los fundadores pretendíamos que llegase a ser. No exagero si digo es que es una triste caricatura del peor de los escenarios que hubiésemos imaginado entonces.

De necios sería engañarse. El Mariana nunca fue gran cosa aunque muchos quisiésemos creerlo. Yo pasé años queriéndolo creer por lo que lo mío puede calificarse de necedad a prueba de mosquete. Desde sus orígenes todo giró en torno a la figura de uno de los fundadores, de Gabriel Calzada, un zascandil canario, injerto de carencia y vanidad, de ideas tan cortas como su estatura, pero sobrado de labia y metido en el difícil empeño de hacer política sin acusar el desgaste de la política activa. Él y su menuda circunstancia lo eran todo. Del principio al fin, de la cruz a la raya, del aparentar serlo todo a no ser realmente nada.

Nunca llegamos a tener sede a pesar de que desde el primer año empezaron a afluir socios de pago, desde el segundo generosas donaciones y desde el tercero premios internacionales bien dotados en el apartado económico. Las veces las hacía parte de la casa del propio Calzada, que habilitó un local a pie de calle anejo al domicilio para que nos reuniésemos, al principio los viernes y años después los sábados. Esa era toda la actividad ordinaria del instituto.

El local años más tarde fue reformado y traspasado al OMMA, una escuela de no se sabe bien qué cosa que Calzada y otros socios montaron en 2012 con la voluntad expresa de convertirse en universidad y dar así, como diría El Fary, un melocotonazo. De ahí las zalamerías de antaño con Aguirre y sus más conspicuos consejeros y el fuego graneado de hogaño contra Cifuentes. El OMMA, por cierto, lo dirige el primo. Como veis, todo tiene su explicación.

Las reuniones siempre empezaban con un speech motivador de Calzada, que es de ese tipo de charlatanes contumaces que cuando rompe a hablar no hay manera de que se calle hasta que ha repetido, como mínimo, tres o cuatro veces lo mismo sin siquiera cambiar la adjetivación y la cara de asombro. Gabriel tiene, como aquellos vendedores de crecepelo que abundaban por el Rastro durante la posguerra, una pasmosa habilidad para engatusar a las audiencias contenidas en número y propensas a ser engatusadas.

En otro tiempo no hubiera sido mal predicador de bulas papales. Se habría hartado a venderlas. En el nuestro era inevitable que terminase en este bisnes de los think tanks, en cuyo mostrador se despacha humo y en la trastienda influencias. Calzada siempre ha sido un maestro en emplear sin tasa lo primero para dedicarse con ahínco a lo segundo. El Instituto Juan de Mariana nunca pasó de mostrador con acceso, eso sí, a una trastienda bien nutrida.

Todo siempre estuvo supeditado a eso. Aparte de las reuniones semanales con su preludio de mareante coaching musicalizado con seseo canario, el instituto organizaba (y organiza) unos cursos de verano que se celebraban en un apartotel que la familia Calzada posee en Lanzarote, una cena tipo boda de la hija de Aznar en el Casino de Madrid y un evento en el Círculo de Bellas Artes en el que se presentaban unos libros. Todas estas actividades se realizan desde el principio y se repiten cada año con la reiteración de un mantra tibetano, tanto que cuesta distinguir una edición de la anterior o de la siguiente.

El entorno Calzada (The Calzada’s tingladillo)

Más o menos eso era (y es) todo. Para la cuota que pagaban (y pagan) los socios a mi siempre me pareció poco. Diez días de toreo sin desgracia y 355 de agravios limosneros. Pero con eso había aprendido a convivir. Suponía que si aportaba ideas y proyectos encontraría apoyo. Pero no, nunca fue así. Las ideas nuevas nunca fueron bien recibidas y los proyectos solo salían (y no del todo) cuando el capo intuía que de aquello podía sacar tajada a título personal.

Ahí está el documental Bancarrota como ejemplo, que lo pagué íntegramente de mi bolsillo aunque, eso sí, me dieron las gracias. No mostraron el más mínimo interés en hacerlo pero tampoco podían impedir que me pusiese a grabar. Otro ejemplo más. Las lecciones de Huerta de Soto que grabé en 2009 se hicieron porque me emperré en hacerlas. No se si le costaron al instituto 20 euros por lección, pero eso es lo que me llegó a mi. Es decir, la gasolina y la cena.

Por las decenas de vídeos que hice, incluidos los de las cenas del Casino que acompañaba de un reportaje fotográfico, jamás percibí un céntimo. Lo cierto es que tampoco lo pedí así que vaya una cosa por la otra. A mi esto del liberalismo siempre me costó dinero. Y, ojo, que nunca me pareció mal.

Cuando las aficiones te cuestan es cuando puedes mantener la independencia de criterio, pedir cuentas y decir que el rey está en pelotas. Cuando en lugar de sacarte dinero del bolsillo te lo meten la cosa cambia. Te pasa lo que a los militantes con cargo público de los partidos políticos, que tragan lo que haya que tragar, sables de metro y medio si es preciso, porque la obediencia paga el alquiler, el cole de los niños y el carrito de la compra.

Otro elemento desconcertante de este tingladillo, este entorno Calzada, llamémosle así rindiendo homenaje a la exactitud, era la proliferación de familiares en cargos de responsabilidad. Que si la hermana, que si el primo, que si la novia, que si el padre con su garrota dejándose caer por los saraos… Eso venía a apuntalar otra de las señas imperecederas del Juan de Mariana: su hermético secretismo. Normal que muchos nos tuviesen como una secta, la “iglesia de la liberalogía” como me dijo en cierta ocasión un cabroncete con ingenio.

La asociación que nunca lo fue

El instituto nunca fue una asociación en sentido estricto. Y sigue sin serlo. Cuando alguien se asocia realmente no se está asociando, está haciendo una donación que no devenga derecho alguno. Es decir, que solo permite al asociado participar de la vida asociativa en la medida que la cúpula de fundadores consienta. Generalmente consiente poco tirando a nada. El socio está ahí para aflojar la mosca una vez al año y recibir de vez en cuando un email con autobombo salpimentado por unas gotitas de asperger sin diagnosticar. La cena se paga aparte y no es precisamente barata. Los cursos de verano también.

En el Juan de Mariana no hay elecciones ni proceso alguno de decisión interna más allá de una reunión anual de los fundadores en la que Calzada habla y los demás asienten, a veces aplauden y en alguna ocasión llevan tímidamente la contraria, no mucho porque puede saltarte el primo sobre la yugular. De hecho, doce años después de su fundación el presidente sigue siendo el mismo aunque desde hace cinco resida a 9.000 kilómetros de Madrid. Y lo que te rondaré Calzada porque los “socios” no pueden sacarle de ahí. Voy más lejos, nadie puede sacarle de ahí.

Los socios, y esto es un hecho, no pueden llegar nunca a presidir la asociación, no pueden opinar, no pueden ni interferir, ni cambiar, ni interpelar. Pueden aplaudir. Pueden pagar. Si no pagan se les borra del listado y a otra cosa. Si Rajoy y Soraya se enteran de cómo se organizan estos liberales traspasan el esquema ipso facto al PP.

¿Quién necesita de un congreso búlgaro teniendo un arreglo tan bien calzado para mandar siempre? Bien podría Calzada franquiciar el método. Su segundo es un ex consejero autonómico del PP. Dos llamadas y eso está hecho. Hasta podría ponerlo en cobro.

Os preguntaréis por qué estuve tantos años, tantos como doce, sin decir esta boca es mía. Decirlo lo decía, aunque de puertas adentro, que es lo suyo. Además, siempre quise pensar que de un modo u otro la calzadización terminaría remitiendo y podríamos cumplir entonces el objetivo para el que fundamos aquello: servir de escuela de la ideas liberales y promoverlas activamente en la sociedad a través de todos los medios disponibles, primero en España y si nos llegaba la cuerda también en América. Los amigos más cercanos bien lo saben porque les sacaba el tema de tanto en tanto.

Las cinco preguntas

Al final, después de pasar un par de años dando vueltas a este asunto, de algún dime y de unos cuantos diretes, envié por correo cinco preguntas muy sencillas de responder a Raquel Merino y Juan Ramón Rallo, que son algo así como los mayorales de la finca en ausencia del señorito. Por lo demás dos personas extraordinarias.

De Rallo no hace falta que diga nada ya que es muy conocido por todos. Es lo más parecido a un genio muchos vamos a conocer en el curso de nuestra vida. Raquel, por su parte, es inteligente y laboriosa. Indignos los dos, en todo caso, del vasallaje de miedo que rinden a estos zaínos. Pero vayamos con las preguntas. Eran estas:

1. ¿Por qué tenemos una comunicación tan abiertamente pésima?, ¿por qué no se ha contratado a un profesional cualificado y, por qué cuando éste se ofreció se le dijo que no?
2. ¿Por qué el presidente es un tipo que está a 9.000 kilómetros desde hace casi cuatro años? Si decide algo no tiene sentido mantenerlo así. Si no lo decide, tampoco.
3. ¿Cuál es la labor de Inés Calzada y por qué está en todos los guisos a pesar de que no vive en Madrid, no es fundadora y no se la conoce más aportación a la causa que ser hermana de su hermano?
4. ¿Por qué, a pesar de tener la caja rebosante de fondos, seguimos sin tener una sede, algo sencillo pero funcional, al que puedan acudir los socios y desde el que podamos prestarles servicios adecuadamente?
5. ¿Por qué otros think tanks con trayectorias mucho más cortas que la nuestra tienen mejor implantación en todos los ámbitos, su impacto es mayor y están financiados hasta el punto de poder contar con personal contratado?

Las preguntas las formulé a principios de marzo de 2016. Todavía estoy esperando la respuesta. Un año y dos meses han pasado. Aun en el que caso de que hubiesen querido responderme en sánscrito con letras en alfabeto devanagari primorosamente pintadas a mano en papel esmaltado creo que les habría sobrado tiempo.

Esperé y esperé durante meses y nada, ni un quejío. El año pasado evité ir a la cena y a lo de los libros para ver si se daban por aludidos. Fue inútil. Pasó el verano, el otoño y el invierno. Solo hubo silencio. También hubo silencio, espesísimo, sofocante, cuando remití mi carta de baja.

Asumo que una parte es atribuible a la sumisión, otra al trastorno de personalidad por evitación pero otra más, la definitiva, al desprecio. Y, sinceramente, no creo haber merecido tanto desprecio después de todos estos años de lealtad. Quizá fui demasiado explícito. Quizá toqué el punto que no se puede tocar y lo hice por escrito. Quizá cuando pregunté cuatro veces «por qué» entendieron «tente mientras cobro». No lo sé porque nadie se ha dignado a decirme nada.

El instituto, con todo, creo que podría salvarse. La idea es buena. Tan solo tiene que dejar de ser el Instituto Gabriel Calzada (y parentela asociada) y empezar a ser, simplemente, el Juan de Mariana. Otra cosa es que quieran hacerlo. Ahí ya no puedo garantizar nada.

16 Comments

  1. Fernando, creo que llevas razón. Nunca he pertenecido a esa institución, aunque me he aprovechado de sus materiales (gracias por cierto por grabar a JHDS, porque sin eso creo que no habría llegado a estudiar ADE y enfocar tanto mi carrera de Derecho al ámbito económico).

    En segundo lugar, me gustaría iniciar a raíz de tu post una teoría: «las iniciativas liberales que nacen en colectivo terminan por fracasar, sólo mediante el ostracismo se llega a buen puerto». Ejemplo de ello en el ámbito mediático – «podcastiano» son «la contracrónica» o «bailando con lobos» de Roy Vázquez Guerra, que son espacios diferentes, cada uno con su «escuela de pensamiento» pero con la carne puesta sobre el asador al 100% a gusto del realizador -y del consumidor para elegir- que no dependen de nadie y que, si necesitan de alguien para contar algo, no lo llaman por ser del IJM o del P-LIB o de SFL o del CdV sino porque son parte de la audiencia y personajes de relevancia (en este caso la Contra TV me encanta por eso, hay gente de todos sitios). Por eso opino que salen tan bien, porque no están sobredimensionados.

    Para finalizar, darte la enhorabuena desde el sur por tus proyectos. Antes de dormir, me pongo en Ivoox la contracrónica de la noche anterior, y nunca puedo quedarme dormido antes de que acabe, la encuentro francamente motivadora.

    Pues eso, que mucho ánimo y que huyas de peña tóxica. Si crees que vas a estar mejor fuera que dentro salte fuera. Fuera se puede fumar, se puede beber, se puede ver a la gente pasar y sobre todo es donde están los perroflautas. Fuera incluye no sólo a Madrid, sino también provincias en las que muchos estamos angustiados porque no encontramos referencias, sólo un internet que nos sacia la sed de conocimiento.

    Gracias por todo, recibe un cálido abrazo.

  2. Siento leer lo que he leído pero que Calzada mantenga un control tan férreo sobre el IJM me ha sorprendido muy negativamente. Si lo creó el pues que se lo coma el niño.

    Mira, abre otro tu mismo con tus elegidos y te traes a Rallo y otros primeras figuras para que de brillo.

    Un saludo.

  3. Hola, Fernando

    ¡Parece mentira a veces tu inocencia!. El Instituto JM está siendo utilizado para denigrar el liberalismo y que lo que hay parezca menos malo. Cada vez que su representante, Rallo, abre la boca con alguna de sus ideas absurdas tomadas parece del más puro racismo darwinista británico (antecedente directo del nazismo), el gobierno de la banda PePera parece hasta bueno

    ¿De qué alguien con NADA, ni un «paper», publicado en el extranjero, con 0 prestigio de NADA, se le lanza desde todas las editoriales del Régimen y se publican a destajo todos sus (absurdos) libros a bombo y platillo?

    Me alegro que te hayas caído del guindo

    Saludos

  4. Buenas Fernando:

    Soy de los paganos del IJM. Parte de las cuestiones que te planteas me las planteo yo. El tal Calzada siempre me ha parecido un fantoche con menos inteligencia de un guijarro. En lo referente a la participación de los paganos y el hermetismo opino igual que tú. Por qué sigo pagando? Pues porque hasta el día de hoy pensaba que, en cualquier caso merecía la pena. Después de leer lo que he leído abriré un periodo de reflexión. Posiblemente deje el IJM como dejé el PLIB. Cuando uno se da cuenta de que solo está para pagar e ir de comparsa, mejor salir corriendo.
    Que ni contesten a los correos a un colaborador como tú es de juzgado de guardia.

  5. Alfredo, eres un cretino, aprovechas la coyuntura para enmierdar el nombre de Rallo con absolutas falsedades, ¿racismo darwinista británico?

    • Primero, ante todo educación, por favor. Tú mismo te defines. Sin insultar

      Segundo: ahí tienes los lanzamientos editoriales y el despliegue mediático a favor de Rallo. Hasta el propio César Vidal, su compañero y ex-jefe, comenta que «mi Rallo me lo han cambiado» (sic)

      Otro hecho: los cálculos del PIB real realizados por Laborda, Centeno, Bermejo y Barba, atacados por Rallo y propagado este ataque por todos los medios del Régimen, han sido validados por el prestigioso Instituto IFO de Kiel. Aún espero la disculpa y la corrección de Rallo, más aún cuando estos 4 economistas, independientes y de ideologías hasta contrapuestas entre sí, le ofrecieron colaborar

      Realidad: Rallo ocupa su nicho en el Régimen. Sus propuestas absurdas y llamativas por ello sirven para desprestigiar una política liberal moderada sin renunciar al Estado

      (Sí, suenan a racismo darwinista, tan de moda a principios del S. XX en Reino Unido, por cierto, con W. Churchill como devoto seguidor. Lea un poco, por favor)

      • Y por desgracia, enfrentado a contertulios de verdad como G. Domínguez, con conocimiento de la Historia y la economía de verdad, cuyo Keynesianismo no comparto, por cierto, Rallo es vapuleado y no se sostiene ni 3 frases. Quizá por eso dejaron de enfrentarlos en una tertulia muy interesante en Libertad Digital: el efecto era el contrario al deseado, supongo, y calaba más Domínguez

  6. Hola Fernando.
    Escribo esto después de haber asistido un año más a la cena de la libertad. Yo sigo siendo miembro del IJM, de esos que pagan su cuota anual y poco más. Creo que son ciertas muchas de esas cosas que comentas pero quizá olvidas muchas otras, al menos desde mi punto de vista.
    Yo no soy miembro fundador, aunque entré poco después y creo que el IJM ha supuesto mucho para la defensa de la libertad en este país plenamente colectivista en el que nos ha tocado nacer.
    Seguramente es cierto todo eso que cuentas en la forma de gestionar el instituto por parte de un grupo de personas en torno a Gabriel Cazada, de hecho yo siempre he pensado lo mismo y siempre te había incluido a ti en ese grupo. El hecho de que me haya equivocado en mi apreciación contigo corrobora el sentir mayoritario de que el instituto se relaciona de forma manifiestamente mejorable con sus asociados y simpatizantes.
    Dicho todo esto, sigo pensando que el IJM es una gran idea por la que hay que luchar y si no existiera habría que inventarlo.
    Te agradezco el artículo y espero que sirva como base para una discusión profunda y clarificadora, creo que el instituto debe de estar por encima de las personas.
    Por cierto, como algún otro lector, echo de menos algunas referencias en tu artículo.
    Un abrazo!!!

  7. Y en Guatemala en la UFM que la gente ansía que ustedes los españoles se lleven de regreso al Calzada quien ha destrozado la universidad y la llenó de sus paisanos ineptos muertos de hambre. Por Dios

  8. Aunque sigo viendo los vídeos del Juan de Mariana, me pasé al Club de los Viernes hace ya un año o así. Me parece que funcionan mucho mejor en cuanto a divulgar el liberalismo y acercarlo a la generalidad de la población. Los del Mariana son, no sé, como más estirados y elitistas. Me gusta más el Club de los Viernes.

  9. En resumen que el IJM es de Gabriel Calzada y el resto están calladitos (Rallo y compañia) porque «supongo» están cobrando pasta … y los disidentes (protestones) son apartados e ignorados … pues eso, lo de toda la vida … son solo negocios.

  10. Joder. Cuánto aprendió Fernando de Abellán.

    No voy a defender al IJM de sus notables errores, porque no es hacer un favor el negar la verdad. Pero quiero recordar una cosa. Siempre se habla de «dar la batalla de las ideas». En la metáfora «Think Tank», la palabra Tank evoca claramente la idea de batalla. Y siempre que nos metemos en batallas acabamos sacrificando la verdad por cuestiones logísticas. El avituallamiento de la tropa, también de los generales, es necesario para las campañas, para los asedios, para las defensas. Y ese avituallamiento no puede venir, por insuficiencia, de los magros bolsillos de individuos poseídos por la fé.

    No. La financiación de las guerras se hace siempre a base de robos, expolios y mamporreos. Pero todo esto es incompatible con nuestros principios. No queremos dinericos de Fulanito para no ser dependientes de Fulanito. Pero si no estamos con Fulanito, entonces Fulanito obrará como si estuviésemos contra él. Así funciona esto.

    Roger Waters escribió: «Did you exchange a walk-on part in the war for a lead role in a cage?» O acabamos en la desastrosa guerra de las ideas o acabamos en la cárcel del pensamiento, aislados en una torre de marfil, cerrada herméticamente a toda corriente de aire. Debemos elegir entre morir reventados por una bola de cañón o morir de asfixia.

    ¡Protesto!

    Yo no quiero elegir entre Escila y Caribdis. Hay que crear una tercera opción, una opción virtuosa. Algo en lo que podamos sobrevivir, sin vernos reducidos a la esclavitud moral, pero, más importante, sin esclavizar a nadie. La autofinanciación es buena idea, pero ha salido mal. Habrá que plantearla de otra manera, con otros estatutos y otras normas de convivencia.

    Las ideas liberales no pueden sobrevivir en el marasmo de los think-tank. Siempre serán una desagradable lapa pegada en la chepa de conservdores y progresistas. Son incompatibles con el autoritarismo que está analíticamente encofrado en la pregunta «¿Cómo organizamos la sociedad?». Necesitamos otro tipo de organización y otro tipo de actividades, porque nosotros no queremos responder a esa pregunta. Tampoco queremos que la queja y la lamentación sean nuestro pasatiempo, mucho menos nuestro oficio.

    Mas no debemos olvidar de dónde venimos. España es hoy lo que siempre fue: una sociedad muy politizada, muy autoritaria, muy cerrada y muy estamental. Las famosas Cortes de León no se hicieron para dar libertad en general a los individuos, sino para forzar a los gobernantes a repartir el poder con los terratenientes, los cuales deseaban alcanzar los privilegios de los gobernantes, así como las inmensas posibilidades de compadreo y politiqueo que traen. No era libertad el parlamentarismo, sino una ampliación del tablero de juego. Psicológicamente, esperamos que pase lo que hemos mamado: nepotismo, abusos, mentiras, crueldades, trampas y pisoteos. Y algunos de nosotros además esperamos estar algún día en el lugar del que los administra, no del que los recibe.

    Debemos cambiar la actitud y empezar a exigir y a esperar honorabilidad en todos los actos. Y esta honorabilidad exigida y esperada no hay que darla por supuesta, sino que hay que ponerla por escrito. Y debería instituirse un tribunal que arbitre las disputas de las distintas tribus liberales. No debería el tribunal interno depender de las opiniones y los sentimientos y los planes de los socios ni directores del Instituto. Además habríamos de instituir un tribuanal sobre el tribunal, y otro sobre este, y así sucesivamente hasta que todo el mundo quede satisfecho. Y si no hay manera de que todos quedemos satisfechos, por lo menos tendremos el consuelo de perder el tiempo en un loop infinito de reclamaciones y no perderlo en rencores y libelos. Hay que romper el molde y superar los atavismos antiliberales que todos llevamos a cuestas.

    Lo que está claro es que hay que hacer otra cosa mejor, más grande y más libre. Hay que hacer alguna cosa que sea imitable. Un instituto cuyo comportamiento no nos avergüence cuando surjan discrepancias.

    Francamente, prefiero un instituto de homeless llenos de chinches a un instituto que parezca un tentáculo del Opus Dei, o, peor todavía, una sucursal más del fascismo intelectual. Yo quiero ver más radicalismo libertario y quiero ver menos de esas veleidades skinneristas de la propaganda cienficoide hodierna. Los que pretenden salvar el mundo por medio de la transformada de Laplace deben actualizarse un poco y leer a Hayek. Somos humanos y no máquinas, y esta es una distinción radical que conviene recordar todos los días, o nos convertiremos en socialistas de la peor clase.

  11. Acabo de oir uno de esos speechs de charlatán contumaz que así define Díaz Villanueva en esRadio, donde ha acudido Calzada como vendecrecepelos a promocionar el desembarco de la Francisco Marroquín en España. Charlatán…, esa es la palabra. Solo sigo esta polémica porque seguía a Díaz Villanueva en twitter…, y me encuentro en esRadio al «canario» parlanchín. Labia sí que tiene (llega a comparar la Francisco Marroquín con el MIT, para darse importancia…), pero estos parlanchines no acaban de convencer. Más que un debate (en el que estaba García Domínguez, que ha sido mencionado en estos comentarios) era un espacio publicitario donde este hombre no paraba de hablar. Quizá fuese un espacio publicitario… Pongo el enlace aquí:

    https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2018-09-28/federico-entrevista-a-gabriel-calzada-128727.html

    Es sumamente aburrido el debate con Calzada, y la entrevista corta el debate natural sobre la corrupción de los ministros del PSOE. Demasiado panegírico por parte de Federico Jiménez Losantos, así que no me extrañaría que fuese un espacio publicitario encubierto.

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