Veíamos la semana pasada como una flota de camiones militares con banderas rusas al viento circulaba por las desiertas autopistas del norte de Italia. Llevaban suministros médicos de los que Italia anda muy necesitada. Al convoy se le dio una extraordinaria publicidad que agitaron con gran entusiasmo los medios cercanos al Kremlin. Junto a estos camiones Moscú envió nueve aviones y un centenar de expertos dispuestos a ayudar en lo que haga falta.
Mientras Putin se apuntaba un tanto propagandístico el presidente de China, Xi Jingpin, comprometía el envío urgente de 31 toneladas de material incluyendo 70 respiradores, uno de los equipos más necesarios en las clínicas. En Italia muchos han aplaudido la generosidad de los Gobiernos ruso y chino al tiempo que critican y se duelen por el egoísmo de sus socios europeos. Pero ni los primeros son tan altruistas, ni los segundos se han cruzado de brazos. Muchos países europeos han enviado ayuda a Italia, pero no le han dado tanto bombo al asunto, quizá porque no son conscientes de la importancia del relato en tiempos de crisis. China y Rusia si que lo son y a eso mismo se afanan.
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