La difícil sucesión de Bader Ginsburg

La jueza Ruth Bader Ginsburg, una pionera en la lucha por la igualdad jurídica de las mujeres y segunda mujer en formar parte del Tribunal Supremo de Estados Unidos, murió el viernes pasado a los 87 años de edad. En EEUU a los jueces del Supremo los nombra el Senado previa nominación por parte del presidente y el cargo tiene carácter vitalicio. Bader Ginsburg fue nominada por Bill Clinton hace 27 años, en agosto de 1993, por lo que deja una vacante que tendrá que cubrirse en las próximas semanas o meses. En tanto que nos encontramos en plena campaña electoral la sustitución se ha convertido en asunto político de primera magnitud.

Trump podría esperar a que los estadounidenses pasen por las urnas y, en función del resultado, nominar un candidato o dejar que lo haga el ganador. Pero el Supremo es muy apetitoso, es una pieza central del sistema y en su interior conviven diferentes sensibilidades políticas. Tras la muerte de Bader quedan ocho jueces: uno nominado por Clinton, dos por George Bush padre, dos por George Bush hijo, dos por Obama y otros dos por Donald Trump. Un equilibrio que, como vemos, favorece claramente a los republicanos. El sustituto de Bader Ginsburg irá contra esa mayoría o la reforzará.

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