Lo que el ISIS dejó atrás

La irrupción, auge y caída del Estado Islámico es un fenómeno netamente político que tiene ramificaciones culturales en varios países musulmanes y que terminó cristalizando en Europa como una banda terrorista que actúa de un modo distribuido. Como tal, como fenómeno político que es, su colapso y práctica desaparición tendrá consecuencias políticas. De hecho ya las está teniendo.

El ISIS llegó a controlar una porción considerable de territorio entre Siria e Irak y sometió incluso a grandes ciudades como Mosul. Hoy, desde que perdieron la localidad de Rawa hace unos días no tienen ni donde esconderse. Un califato efímero. Rápido llegó y rápido ha desaparecido. Pero eso no quita para que su paso por Oriente Medio haya sido como el de un ciclón. La región hoy es muy distinta a como era en 2013, cuando las milicias del Estado Islámico empezaron a dar sus primeros zarpazos.

De entrada hablar de Estados es cuando menos arriesgado. Siria está dividida en tres grandes zonas. La del Gobierno de Bashar Al-Assad, la controlada por la oposición y la federación norteña de Rojava. En Irak también hay tres Gobiernos: el de Bagdad, el de las milicias yazidíes de la Alianza de Sinyar y las áreas fronterizas con Siria controladas por los Peshmerga kurdos. Junto a ellas unidades militares rusas, turcas, jordanas, iraníes, norteamericanas y de un puñado de países occidentales que acudieron al llamado la Operación «Inherent Resolve» contra el Estado Islámico lanzada en octubre de 2014. El conflicto, además, ha escalado más allá de la zona y hoy se libran guerras emparentadas con la de Siria en Yemen y Libia.

A partir de aquí la casuística que se abre es infinita, aunque algunas de las consecuencias no van a tardar mucho en sentirse. Es el caso de las tensiones entre Israel e Irán, que se agravarán conforme Teherán se acerque al Líbano. En eso mismo están. Hace dos días los israelíes atacaron una base iraní cercana a Damasco, lo que nos viene a decir que Israel lo ve venir y ya está tomando medidas. Sabe que tiene a los iraníes en la frontera. Sabe también, y eso le preocupa más aún, que las milicias libanesas de Hezbolá no tardarán en regresar a su país. Todo indica que lo harán buscando problemas con Israel.

Por los antecedentes es poco probable que Israel vaya a dejarse avasallar fácilmente. Dará la cara, por lo que podría estallar un conflicto serio en el sur del Líbano como aquel de hace unos años cuando el ejército israelí se enzarzó en una guerra abierta contra Hezbolá durante el verano de 2006. Esta guerra fue, de hecho, una guerra entre Irán e Israel por persona interpuesta, a través de un tercero, Hezbolá, que es desde siempre un terminal iraní en la costa mediterránea.

Otra de las herencias envenenadas que deja el ISIS es la guerra en Yemen, que ha metido a Arabia Saudí en una crisis interna de primer orden y en la que Irán también anda enredado. Ha coincidido, además, con la cuestión sucesoria del rey actual, Salmán Bin Abdelaziz, lo que complica aún más el asunto. En ambos casos vemos que dos aliados tradicionales de EEUU (Israel y Arabia Saudí) se encuentran hostigados por Irán, que ha encontrado en el desbarajuste general de la zona una coartada perfecta para sacar la cabeza y aprovecharse de la situación.

Turquía, otro de los aliados de Estados Unidos en la zona, recela abiertamente de Washington. El apoyo de EEUU a los kurdos sienta muy mal al Gobierno turco, que considera a las milicias de Rojava como una amenaza interna. No es extraño, Turquía está llena de kurdos. Es el lugar del mundo donde hay más kurdos, unos 16 millones, más que en Siria e Irak juntos. Esto acerca a Turquía hacia el lado iraní y le aleja de EEUU, su aliado tradicional. El mes pasado Erdogan y Rouhani se vieron en Sochi en una cumbre apadrinada por Vladimir Putin. Se fotografiaron juntos los tres entrelazando las manos, tratando de hacer ver que Oriente Medio es asunto suyo y que EEUU ya no pinta nada en la ecuación. Y no sólo en Siria, tampoco le quieren en el golfo Pérsico. De la cumbre de Sochi salió un acuerdo de envío de tropas turcas a Qatar, que se ha convertido en el último aliado de Irán en su guerra silenciosa contra los saudíes.

Se podría hablar ya de un eje que arranca en Moscú y termina en Qatar pasando por Ankara y Teherán. Eso parte en dos el eje estratégico norteamericano que va del golfo Pérsico a Turquía pasando por Irak y cuyo objetivo principal era aislar al Gobierno iraní. Todos estos movimientos se han ido conformando a lo largo de los dos últimos años. El ISIS no ha sido más que el catalizador, una vez desaparecido la situación es muy diferente y los equilibrios han cambiado. Es curioso, pero al final, el Estado Islámico, que nació en Irak durante la ocupación norteamericana y que perseguía entre otros objetivos la expulsión de los EEUU del país, podría terminar condenando la presencia norteamericana en Oriente Medio a la insignificancia.

Más en La ContraCrónica

Ir a descargar

2 Comments

  1. En Oriente Medio los estadounidenses entraron por motivos geoestratégicos, por el petróleo y por venganza, y se encontraron con el conflicto palestino, la lucha sunni-chií, la primavera árabe, el yihadismo e infinidad de irresolubles problemas locales. Como hace años que Oriente Medio es un teatro con enemigos difusos y aliados poco fiables, hace años que el petroleo del pérsico ya no es absolutamente vital y hace años que la venganza resulta fría, cara e inútil, pues los estadounidenses van dejando Oriente Medio en un mutis tan vergonzoso como ventajoso. Los estadounidenses no han resuelto ni uno solo de los conflictos con los que se encontraron y los nuevos hegemones regionales tampoco lo harán. Si consiguiesen soterrar las disputas una década, sus poblaciones civiles podrían coger aire tras años de perenne tragedia, pero me temo que ni eso.
    Un cordial saludo.

  2. Estados Unidos debería dejar su política de entrar en países que no le interesan, y preocuparse solo por la seguridad de sus fronteras y sus aliados. Solo debería apoyar a Israel para que este pueda seguir existiendo, y eliminar a terroristas que podrían entrar en occidente. Lo ideal sería destruir Irán y romper con las monarquías del golfo pérsico, y retirarse.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.