El tema de la inmigración ilegal en el estrecho de Gibraltar está copando las portadas de los periódicos este verano. No es para menos. En lo que va de año han llegado a las costas españolas el triple de pateras que el año pasado y los servicios de acogida en Ceuta y Algeciras están colapsados. Es tal el número que desde el mes pasado España ya ha superado a Italia y a Grecia como país europeo con mayor recepción de inmigrantes.
La ruta del estrecho se ha consolidado como la principal y a ello no han sido ajenos los nuevos aires que corren en Moncloa. Se ha producido un efecto llamada de manual tras el episodio del Aquarius a primeros de junio. Vamos a verlo con más detalle.
Los llamaron y aquí los tenemos
Pedro no ha calculado los costes, no se ha planteado la conveniencia de cumplir la ley y no le ha preguntado a ningún inmigrante si prefiere ir aun país en el que conozca el idioma o tenga un familiar. No lo ha hecho porque salvar vidas está por encima de estas nimiedades y porque se ve a sí mismo como un cooperante sacando del agua a un crío asustado. Pero no es un cooperante, es el presidente de un gobierno que tiene la capacidad de poner a rodar problemas crecientes e irresolubles. Enhorabuena a los buenistas del presente que se sienten ufanos, que recuerden vívidamente esta sensación de estar haciendo lo correcto, lo justo, lo decente… porque será el único e inútil consuelo para sobrellevar los lodos resultantes de estos polvos.
Un cordial saludo.