Llegó con algo de retraso pero lo ha hecho con fuerza. El panorama de la crisis en Hispanoamérica no es aún desesperado pero apunta maneras. Las cifras en la mayoría de países no son muy de fiar. Con sistemas de salud débiles y en muchos casos acostumbrados a brotes periódicos de otras dolencias, el número de casos y el de víctimas mortales hay que tomarlo con pinzas. Se da, además, otra circunstancia. La América hispana mantiene aún tres dictaduras (Cuba, Venezuela y Nicaragua) cuyos Gobiernos se han deslizado por la vertiente místico-revolucionaria, han recrecido el control social y el de la información. En otros el populismo está ofreciendo su cara más amarga, pero hay excepciones como Uruguay, Chile o Perú donde adoptaron desde el principio medidas más o menos realistas y sus Gobiernos dijeron la verdad a la población.
De cualquier manera, la crisis no ha hecho más que empezar y lo peor esté seguramente por llegar. Esto, como bien sabemos, se expande a gran velocidad y es muy difícil de detener. En los países del cono sur, que se dirigen hacia el invierno y con una población más envejecida que el resto de la región, podría terminar causando estragos y poniendo a sus sistemas políticos y sus economías contra las cuerdas.
En La ContraRéplica:
- China y la OMS
- El «modelo sueco«
- Fijación de precios
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