Los radicales anticatólicos –que no anticlericales o laicos como se autodenominan– fundamentaban toda su queja en el supuesto coste que, para las arcas públicas, tenía la visita de Benedicto XVI a España. Lo cierto es que al Estado no le ha costado ni un céntimo que las JMJ se celebren este año en Madrid, y tanto la ciudad como el país han salido ganando desde el punto de vista económico. 160 millones de euros de ingresos ha estimado la Cámara de Comercio y una ocupación hotelera récord en agosto.
Los de la manifestación, sin embargo, insistían en el hecho de que las mochilas de los peregrinos las habían pagado ellos con sus impuestos. Tampoco es cierto. Cada peregrino tuvo que pagar una cantidad al inscribirse y la parte restante la aportaron patrocinadores privados. Una mentira tras otra que fue desmontándose conforme avanzaban los días. Las JMJ han sido un éxito en todo y, definitivamente, una bendición –en este caso mercantil– para las maltrechas finanzas de los comerciantes madrileños… y esos sí que pagan impuestos.
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