¿Por qué Podemos rechaza la reforma constitucional?

Uno de los debates que tendremos en 2018 será el de la reforma constitucional. Si todo el mundo, por una razón o por otra, la pide con tanta insistencia desde hace un tiempo será porque está llena de defectos, luego cabría preguntarse porque vino tan averiada de fábrica. La razón principal es que se hizo en poco tiempo (unos meses entre 1977 y 1978) y se buscó el consenso por encima de cualquier otra cosa. No es la única a la que le ha pasado esto. Las constituciones se hacen en momentos de cambio y, de hecho, simbolizan esos cambios. Eso es lo que sucedió en la de 1931, aprobada sólo ocho meses después de la proclamación de la República, o en la de 1876, que entró en vigor año y medio más tarde de la llegada al trono de Alfonso XII.

Que la del 78 necesita algunos retoques creo que es algo con lo que prácticamente todo el mundo está de acuerdo. En honor a la verdad alguno ya se le ha dado. En 1992 se reconoció para los extranjeros comunitarios el derecho de sufragio en las elecciones municipales. En 2011 se modificó el artículo 135 para priorizar el pago de la deuda pública. Fue la famosa estabilidad presupuestaria que tanto disgusto causó entonces en los de Izquierda Unida. Fueron dos cosas quirúrgicas y ambas por el artículo rápido, el 167, con el que se puede reformar parte del texto constitucional con el apoyo de 3/5 partes de las cámaras.

Para la que viene quizá haga falta tirar del artículo lento, el 168, que requiere del apoyo de 2/3 de las Cortes en dos legislaturas y referéndum nacional. Un sistema de protección muy efectivo para evitar aventuras políticas coyunturales y de desenlace incierto. Este es el célebre «candado del 78» del que hablaba Pablo Iglesias hace unos años y que denunciaba como muestra del inmovilismo del régimen. El hecho es que todos los regímenes políticos son inmovilistas. Ninguno quiere cambiar y, mucho menos, suicidarse. Lo del 76 y la Ley de Reforma Política, con todos los procuradores franquistas haciéndose el seppuku en directo por la tele fue una excepción, no la norma.

Pero lo curioso es que Podemos, que lleva dando la lata varios años con la constituyente hoy no quiere ni sentarse a negociar la reforma de la actual. No puede evitarlo porque entre PP, PSOE y Ciudadanos juntan suficientes escaños tanto para el 167 como para el 168, pero si podría boicotear la reforma exigiendo que lo que salga de ahí se someta a referéndum. Lo puede hacer porque tiene más de un 10% de los escaños en la cámara baja. Además, en el caso de hacerse sin haberlos embarcado, sería una reforma sin consenso y la considerarían con razón algo ilegítimo.

Muchos se preguntan por qué ahora Podemos no quiere entrar en las negociaciones. A fin de cuentas es para ellos una oportunidad de meter el cazo e inocular parte de su ideario en la constitución reformada. La razón está a la vista. No la van a hacer ellos, ni siquiera podrán capitanear el proceso. Irán en el mejor de los casos a remolque de PP y PSOE, tendrán que ceder más de lo que están dispuestos y luego dar por bueno lo que salga. En ese preciso instante se habrá acabado lo de achacar al régimen del 78 todos los males porque ellos habrán contribuido a afianzarlo.

Es la peor de las trampas saduceas. Hagan lo que hagan será objeto de polémica. Si quieren llevar a cabo una reforma muy profunda o una constituyente al estilo bolivariano se encontrarán con que la sociedad española no se parece tanto a Podemos como a ellos les gustaría, Ahí tenemos las encuestas del CIS. El 40% de los españoles está de acuerdo con el actual Estado de las Autonomías, un 9% a favor pero retirándoles competencias y un 17% en contra. Es decir, 2/3 de la población no quieren saber nada del pacto republicano con «derecho a decidir» incorporado que propugna Podemos. No entro ya en la cuestión de la monarquía. Felipe VI está en máximos de aprobación popular: una nota de 7,2 le dio el CIS en noviembre, lo mismo que a su padre en sus mejores tiempos. En un sondeo que hizo El Español hace unos meses el 72% aprobaba la labor del Rey y el 74% la de la reina Sofía. No sé si, como dice el lema de las manifestaciones del 14 de abril, España mañana será republicana. Lo que si sé es que hoy no lo es.

Si se decantan por oponerse a la reforma (como es el caso) se les acusará de inmovilistas cuando no de interesados. Eso es lo que está sucediendo. De ahí que Bescansa, experta en Derecho Constitucional y recientemente purgada en la cúpula, se haya sacado de la manga su propia reforma constitucional. O que Iglesias haya propuesto algunos cambios que cree le servirán de algo cuando llegue su momento. Como reformar la ley electoral para el Senado o aumentar el número de parlamentarios a 400, bajándoles, eso sí, el sueldo para que quepan todos sin que cueste más dinero.

Todas estas amarguras que están padeciendo vienen a confirmar lo que muchos ya sospechábamos. Podemos traía un plan con un único punto: llegar al poder. Una vez ahí ya provocarían las transformaciones que creyesen oportunas. En la oposición, que es donde llevan casi dos años, su programa se diluye. Por eso tanta urgencia durante el primer trimestre de 2016 por hacerse con la Moncloa. Desde entonces viven en un drama, un conflicto de identidad que les atormenta y les pone en un brete tras otro. Lo sorprendente es que pensasen que iba a ser tan fácil.

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3 Comments

    • ((((La constituciones populistas siguen un orden de construcción inamovible, a saber: mayoría parlamentaria en el régimen previo, propuesta de constituyente y victoria clientelar o pucheril. En este caso, sin mayoría parlamentaria, una constituyente ni se plantea y reformas pactadas, son anatema.
      La posición de Podemos ante la Constitución es similar a la de los nacionalistas: usar y vejar. Usarla permite cobrar a fin de mes y vejarla les ubica en la utopía romántica, pero en su caso, la evidente caradura no se puede tapar con lodo supremacista y patriotero por lo que los podemitas quedan vestidos de incongruencia y desatino.
      Ahí están las encuestas de intención de voto por si quieren hacérselo ver.))))

  1. ¡Qué hooro, qué espanto!, los perroflautas chavistas en vez de sentarse a trapichear en una mesa una reforma constitucional con esta oligarquía cleptocrática coronada pretenden ¡nada menos!, vetarla para que los ciudadanos opinen en un referéndum. ¡Solo se les pueden ocurrir a esos chavistas-comunistas!

    Si ya lo dice Junker, entre copa y copa y entre sobre y sobre de Soros: «si a los ciudadanos les dejas opinar pueden pasar cosas indeseables»

    ¡Que vivan las «caenas»!

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