PSP Go, crónica de una muerte anunciada

psp-go-020609A veces los ingenieros tienden a diseñar productos que sólo les interesan a ellos mismos. Algo así es lo que ha sucedido con la PSP Go, la última de las consolas portátiles de Sony. Fue anunciada hace algo menos de año y medio y hoy languidece en las estanterías sin que nadie se interese lo más mínimo por ella.

Pero, ¿por qué ha fallado este modelo cuando su predecesora ha sido un gran éxito de ventas? No hay una razón sino varias que, juntas, han provocado el penúltimo gran batacazo comercial de Sony. Así, a bote pronto, veo cuatro motivos por los que, en breve, la coquetuela PSP Go pasará al museo de los gadgets inútiles.

El primero son las características técnicas. La PSP Go es peor que la PSP 3000, última revisión de la consola de Sony. Mientras su competidor Nintendo no ha hecho más que ir mejorando su DS, la PSP va a menos. Esto los jugones no lo perdonan y menos aún en una consola de, digamos, «altas prestaciones» como es la PSP. Por dentro mantenía procesador, memoria y demás, pero por fuera se empequeñecía, empezando por la pantalla, que pasaba de 4,3 pulgadas a 3,8 pulgadas. Teniendo en cuenta que los usuarios demandan cada vez pantallas más grandes, que el iPhone calza un pantallón soberbio que ha multiplicado por dos el tamaño de las pantallas de los móviles y que Nintendo ha hecho exactamente lo contrario en su DS, jugarse el tipo de esta manera era de memos.

El segundo enlaza con el primero. La Go era (es) una consola técnicamente peor y, para colmo, más cara. Cuando salió el año pasado costaba 250 euros, un dineral que no justificaba lo que te daban a cambio y totalmente fuera de mercado. La PSP normal, la 3000, era más barata y por 50 euros más uno podía comprarse una PS3. En el ámbito de las portátiles la comparación era aún más sangrante. La DSi XL, lanzada a principios de este año, no llegaba a los 200 euros, y su antecesora se acerca a los 100 y en algunos comercios se puede encontrar incluso por menos.

El tercero tiene que ver con el soporte de los juegos. Sony apostó en el pasado por el UMD como soporte del futuro para el vídeo y los juegos portátiles. De lo primero ya nadie se acuerda, ver películas en una pantalla de poco más de 4 pulgadas es mucho para la vista y demasiado para el bolsillo. En estos pecadores tiempos de emules y torrentes nadie está dispuesto a pagar 20 eurazos por tener, pongamos, «La Guerra de las Galaxias» en un formato mini como el del UMD. Como soporte de juegos, sin embargo, se ha demostrado solvente. Los discos cargan rápido y pueden contener mucha información, lo que repercute directamente en la calidad de los títulos.

Luego tiene otra ventaja añadida para la industria del videojuego. Dado lo dificultoso de piratear los discos UMD venderlos se había convertido en un excelente negocio para las tiendas del ramo. En España, por ejemplo, la cadena GAME, los tiene todos, permite reservarlos y cuando nos cansamos de ellos la tienda los recompra y los pone a la venta a un precio rebajado. El modelo, muy clásico, muy de p. plástico, funciona y parece que quiere seguir funcionando. Los comercios, por lo tanto, no tenían ningún incentivo para vender la Go y muchos para colocar a sus clientes la DS. Esos mismos clientes, además, podían comprar y vender los juegos una vez se los hubiesen terminado, regalarlos o dejárselos a los amigos.

El sistema PSP Go, inspirado en la Apple Application Store del iPhone, almacena los juegos en una memoria interna y hay que adquirirlos a través de una tienda on-line regentada por Sony. Esta tienda no se ha esforzado lo más mínimo en ofrecer las tres B que todo comprador busca. No es ni buena, ni bonita ni barata. Tiene una usabilidad pésima, poca variedad y los juegos cuestan lo mismo que en su versión física. ¿Quién va a querer comprar el GTA y guardarlo en la memoria de la consola pudiendo tenerlo físicamente y hacer un uso pleno de él?

El cuarto y último es la misma Sony, fabricante y vendedora de la PSP Go, que, en lugar de echar toda la carne en el asador por su última creación, la ha hecho convivir con la PSP de toda la vida. Así, todo el que quería comprarse una PSP se ha decantado por la segunda, que es mejor, es más barata y tiene muchas más ventajas que la novedosa Go.

Ahora parece que Sony asume su fracaso escudándose en que era sólo una especie de experimento, que querían hacer una tienta en el mercado para ver como recibía el producto y bla, bla, bla. Algo de razón tienen, pero sólo algo. Ninguna empresa está dispuesta a pegarse un batacazo y el descrédito que conlleva para experimentar. Probablemente alguien en la sede central de Sony en Japón creyó que los jugones estaban dispuestos a pagar más por una consola peor pero modernilla y conectable. Algo así va contra el sentido común, pero sabios tienen las escuelas de negocios que se empeñan continuamente en convencernos de las cosas más estúpidas y poco razonables.

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