El pasado lunes murió en la sede del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia) un concejal del área metropolitana de Caracas. El infortunado se llamaba Fernando Albán y pertenecía al partido opositor Primero Justicia. Albán fue detenido el viernes pasado cuando regresaba de un viaje a EEUU. Tras ello el régimen le acusó de haber participado en el atentado fallido (y con muchas incógnitas aún sin resolver) del 4 de agosto.
Al trascender la noticia el Gobierno aseguró que Albán se había suicidado en las instalaciones del SEBIN del edificio conocido como El Helicoide. Al parecer se arrojó al vacío desde un décimo piso. Esa es, al menos, la versión oficial que, como buena versión bolivariana, tiene más de un agujero. Vamos a repasar hoy en La Contra esta trágica muerte que ha conmocionado a Venezuela y que coloca otro clavo (uno más) en el ataúd del chavismo.
El bolivarianismo carece de credibilidad y expone pruebas ausentes o equívocas. Pensar en las horas vividas desde el secuestro hasta la muerte de Fernando da una medida exacta de lo que defiende nuestro mezquino ex-presidente y de lo que ejecuta el abyecto Nicolás. Fernando luchaba contra el bolivarianismo con su palabra y su testimonio en Venezuela y en la ONU. Las acusaciones de terrorista y de suicida provienen de un constatado régimen represor, torturador y asesino. Probablemente no habrá justicia para Fernando, y sus custodios seguirán custodiando a disidentes, y el director del cataclismo venezolano seguirá engordando. La lástima es que aunque le llegue su san Martín, ya no hay tiempo ni dolor suficientes para penar tanta ignominia. A Fernando le mató Nicolás mediante vicarios y no habrá justicia para Fernando. Esta e la Venezuela bolivariana.
Un cordial saludo.