Ayer el presidente del Gobierno dio instrucciones para que España acoja al buque Aquarius de la ONG francesa SOS Mediterranee, que se encuentra con los motores parados y a la espera de órdenes entre Malta y Sicilia con 629 inmigrantes a bordo. El barco rescató hace unos días a estos inmigrantes frente a las costas de Libia y se dirigía a Italia. Pero el Gobierno de aquel país, presidido por Giuseppe Conte y con Matteo Salvini como ministro de Interior se negó a que el Aquarius atracase en ningún puerto italiano.
A partir de ese momento la ONG alertó de la emergencia humanitaria, tenían provisiones hasta el marte y la situación a bordo era grave ya que hay un centenar de niños y varias mujeres embarazadas. Y fue ahí donde apareció Pedro Sánchez, que se ofreció a acoger el barco a pesar de que se encuentra a 1.500 kilómetros de distancia y tres días de viaje. Un acto de buenismo casi perfecto que, sin embargo, podría terminar saliéndoles por la culata.