
Una nueva llamada de auxilio del Aquarius ha puesto en aprietos al Gobierno de Pedro Sánchez. Están buscando nuevamente un puerto en el que desembarcar inmigrantes rescatados en alta mar y esperaban que Sánchez volviese a acordarse de ellos. La incógnita se mantuvo hasta ayer. El Gobierno dijo que no puede admitir al buque porque los puertos no son seguros y porque España está muy lejos. Hace dos meses las costas españolas estaban igual de lejos, ni España ni Libia se han movido de lugar, pero eso es lo de menos.
Esta reedición del caso Aquarius viene a confirmar lo que muchos dijimos hace dos meses: que aquello era una burda operación propagandística a mayor gloria del nuevo Gobierno. El tiro les ha salido por la culata. Sánchez no ha resistido ni medio asalto de Angela Merkel y de la Comisión Europea. Parece que por fin se ha dado cuenta que en este tema, como en tantos otros, la soberanía está muy limitada.
[os-widget path=»/diazvillanueva/tu-opini%C3%B3n-mejora-la-contracr%C3%B3nica»]
El efecto llamada del Acuarius ha sido múltiple: llamó a los negreros norteafricanos a poner las proas de sus pateras hacia el oeste, llamó a los inmigrantes ilegales a abrir las manos en espera de socorro, llamó a Ángela a ponerle las peras al cuarto al chorlito y llamó a la izquierda española…idiota. Por lo visto, en esta ocasión la carga del Acuarius es una turba de delincuentes amparados por unos transportistas que pretenden escurrir el bulto y desentenderse del embolao. Los explotados, los desvalidos, los héroes del mar y los paladines de tierra, han desparecido, todos, súbitamente y para no volver en breve. Y es que resulta que Pedro planteó una mamarrachada a mayor gloria personal y de la verdadera justicia que ha resultado un bochorno y un injusto escupitajo en la cara de muchos inmigrantes y de muchos bienintencionados.
Un cordial saludo.