El ataque del martes pasado con armas químicas sobre población civil en el norte de Siria ha puesto contra las cuerdas de nuevo a todas las potencias occidentales y, especialmente, a EEUU. Donald Trump, que en el pasado se mostró contrario a intervenir en Siria deja ahora en el aire esa posibilidad. Pero intervenir o no en aquel avispero es algo que va más allá de simples promesas de campaña. Si la intervención es abierta y masiva supondría una decisión que marcaría un antes y un después en la guerra de Siria. Trump debe sopesar con mucho cuidado los pros y los contras y, sobre todo, debe de tener bien claro qué hará en el caso de que la cosa le salga mal.