
«Prepárate, Rusia, porque lo que vendrán serán misiles bonitos, nuevos e inteligentes». Este fue el tuit de Donald Trump ayer. El tuit estrella porque puso unos cuantos más. Minutos después dijo: «Nuestra relación con Rusia es peor que nunca. Y eso incluye la Guerra Fría». Si no fuese porque conocemos ya a Trump, porque nos hemos acostumbrado a él, lo de ayer hubiese ocasionado una crisis internacional de primer orden. Pero no, ese es su estilo y todos lo descuentan. Algo muy televisivo: espectáculo, adrenalina y unas gotas de testosterona.
Diríase que Trump tiene intención de meterse en Siria y desatar allí una tormenta como la de Irak. Tiene sentido pensarlo después de tuits como esos. Si no fuese, claro, porque EEUU ya está en Siria. Controla de hecho un tercio del territorio, el correspondiente a la federación de Rojava, su Estado satélite en la región. No necesita misiles para llegar allí porque ya está allí.
Ahora Donaldo bravatea sobre una guerra con terceros interpuestos. Amenaza a Rusia como si algún ruso hubiese matado a algún estadounidense o como si los misiles bonitos fuesen a impactar en territorio ruso. Pero no, la intención será que los muertos sean sirios y que los misiles caigan en Siria. Apostar por Rojiva y dejar en la estacada a los Rebeldes, es la clásica decisión posibilista que elimina toda ética, pese a que luego se apele a la ética para justificar futuros ataques. El caso es que en vez de buscar alguna excusa para salir del avispero sirio, Donaldo pretende involucrarse cada vez más en el embrollo de Oriente Medio imaginando que él va a triunfar donde todos sus antecesores han fracasado. Los misiles serán nuevos, bonitos e inteligentes pero el fregado sirio y la posición estadounidense, no.
Un cordial saludo.