Icono del sitio Fernando Díaz Villanueva

Por la boca muere el Mato

Los concejales del ayuntamiento de Madrid Carlos Sánchez Mato y Celia Mayer fueron imputados ayer por el juzgado número 21 de Madrid, que les acusa de malversación de fondos públicos, prevaricación y delito societario. Una tripleta, por lo demás, muy habitual entre políticos de cualquier partido tan pronto como se aúpan al machito y se ponen a despachar con dinero ajeno. Pero, ¿qué es exactamente lo que hicieron Mato y Mayer para verse como se ven? Al parecer encargaron dos informes externos (a 50.000 euros la pieza que pagó la empresa pública Madrid Destino) para tratar de demostrar que en tiempos de Ruiz Gallardón hubo irregularidades en los contratos entre el ayuntamiento y los organizadores del Open de Tenis que todos los años se celebra en la ciudad.

El tema ya se había investigado hasta tres veces dentro de la corporación, de ahí que Mato y Mayer lo hiciesen a escondidas y de espaldas a la alcaldesa, que se enteró del tema cuando ya estaban hechos (y liquidados) los informes y los concejales ya se habían personado en la Fiscalía Anticorrupción para denunciar al equipo de Gallardón. Así de primeras podríamos decir que entonces estaba justificado, que si era para destapar una corruptela todo vale. Pues no, no vale. Todo no vale. Si me consta que mi vecino tiene una plantación de marihuana en el salón no puedo entrar en su casa sin su consentimiento, tomar unas fotos y llevárselas a la policía. Los delitos no se combaten con otros delitos. Luego toda la argumentación de los defensores de Mato y Meyer, empezando por el propio equipo de Gobierno del ayuntamiento, se cae por su base.

En este punto podríamos decir que sí, que es cierto, pero que solo están imputados, que aún no han sido condenados. Y es cierto, ni siquiera han sido juzgados y todos somos inocentes hasta que no se demuestra lo contrario. Ellos son los primeros que deberían apuntárselo, que a todos los imputados ajenos los tienen por culpables y los tratan como tal desde el minuto uno de la imputación. A veces incluso los culpabilizan cuando ni siquiera están imputados. Ahí tenemos el Tramabús aquel de hace un par de meses en el que pusieron juntos a imputados, a condenados y a otros que pasaban por allí pero les caían mal.

Pero la cuestión no es esa. Todos los políticos de todos los partidos políticos tienen dos raseros: uno de malla gruesa para los propios y otro de malla finísima para los del resto de partidos. La cuestión es que el Código Ético de Ahora Madrid explicita que en el caso de «imputación por la judicatura de delitos relacionados con corrupción, prevaricación con ánimo de lucro, tráfico de influencias, enriquecimiento injusto con recursos públicos o privados, cohecho, malversación y apropiación de fondos públicos, bien sea por interés propio o para favorecer a terceras personas» se comprometen a dimitir en el acto sin esperar al juicio ni, por supuesto, a la sentencia.

Como la cuestión es esa y no otra Mato y Mayer tienen que irse. Por simple coherencia al margen de que el equipo de Gallardon malversase o no. Y no hay mucha más vuelta de hoja. Evidentemente no lo van a hacer. Llegar a concejal cuesta mucho, más aún en un municipio grande como Madrid en el que se hace política de primera y se pagan buenos salarios. Una vez estás fuera todo lo que te aguarda es el vacío cuando no la miseria. Muchos cargos públicos no tienen más oficio conocido que el de la política. Lejos de ella no es que vayan a pasar frío, es que van a pasar hambre.

Imputaciones y culpabilidad

Esto me lleva directo a una reflexión sobre las imputaciones. Estar imputado es simplemente ser acusado formalmente de un delito. Estar acusado no es lo mismo que ser culpable. La imputación, además, es reversible durante el curso del proceso. Su concurren nuevas pruebas el juez puede retirar la acusación. Pero si no la retira al imputado le amparan ciertas garantías procesales entre las que se encuentra la presunción de inocencia. Porque en un Estado de Derecho todos somos inocentes mientras no haya sentencia condenatoria en nuestra contra.

Mato y Mayer a día de hoy son tan inocentes como Francisco Granados, Ignacio González o Luis Bárcenas, imputados los tres en espera de juicio y de veredicto condenatorio o absolutorio. En rigor Bárcenas tiene una condena en firme, pero no por corrupción sino por faltarle el respeto a Cospedal. 50.000 euros le cayeron hace un par de años por eso. En todo lo demás es inocente. Todavía.

Se puede entender que los partidos políticos se pongan sus propios límites, sus líneas rojas. Está bien que así sea. Pero si se las ponen es para no atravesarlas, porque de lo contrario esos compromisos éticos que con tanta suficiencia adoptan y agitan delante del electorado quedan en poco más que papel higiénico. En eso mismo ha quedado el prosopopéyico Código Ético de Ahora Madrid, escamoteado de la web a toda prisa en la peor tradición de la vieja política que ellos decían venir a renovar. Nada nuevo bajo el sol. El pez siempre muere por la boca.

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