En la década de los sesenta el Gobierno checoslovaco, en manos de los comunistas Ludvik Svoboda y Alexander Dubcek trató de hacer una serie de reformas en la República Popular. Las primeras fueron de orden económico y pretendían reanimar la economía checa, que tras las colectivizaciones y los planes quinquenales funcionaba muy mal. A estas reformas les siguieron otras de carácter político.
Y fue aquí donde saltaron todas las alarmas dentro del bloque del este porque Dubcek y Svoboda pretendían llevar la reforma tan lejos que, de llevarse a cabo, hubiera supuesto la salida de Checoslovaquia de la órbita de Moscú. Por ahí el premier soviético Leonidas Breznev no estaba dispuesto a pasar. Organizó una operación de castigo con más de 10.000 tanques del Pacto de Varsovia que aplastó las reformas. Fue la primavera de Praga, el otro 68.
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