Cosas que hacer el 29-M (guía del perfecto esquirol)

Leyendo el blog del teleoperador se me ha ocurrido la idea de dar la vuelta al último post que el señorito ha escrito a mayor gloria de la huerga del jueves. El teleoperador es un bloguero antiguo. En tiempos del zapaterato era el clásico progre gracioso que hacía mucha bromita y mucho chiste. Normal, de aquella el que más y el que menos trincaba del presupuesto, que entonces andaba de vacas gordas. Fue la época dorada, los años en los que los Nachojcolares ataban a sus perros con longaniza fresca. Ahora estamos como estamos, loh mercadoss, ya se sabe.

Bueno, pues el Teleoperador de las narices ha sido irse el tío Zeta y ponerse de una mala leche reconcentrada. Se nos ha hecho perroflauta, sindicalista y piquetero virtual (espero que real también). Para la jornada de lucha (perroflautés.- lutxa) del día 29 el marquesón da estas recomendaciones que consisten, esencialmente, en fastidiar al personal. Vale, muy bonito. Como tan derecho (perroflautés.- deretxo -opcional, a tetxo-) es hacer huelga como ir a trabajar yo doy las siguientes:

1.- Ir a trabajar (quien disfrute de ese lujo). Así, sin más. Levantarse de la cama, darse una ducha, desayunar y pirarse al curro. Vamos, como todos los días, pero el día 29 será todo un acto de autoafirmación contra el servilismo infame de estos sindicatos apesebrados. Dese el gustazo, vaya a trabajar. Dígase a sí mismo: «Yo quiero trabajar, me gusta trabajar, es una suerte tener un trabajo y la reforma laboral del registrador se ha quedado corta, porque Pepe el de contabilidad es un gañán que no da palo al agua, pero como lleva 30 años en la empresa no hay quien le mueva y, entre trienios y demás privilegios, gana tanto que nos condena a los demás a llevarnos mil míseros euros a la cueva cada mes». Repítalo si es menester varias veces, especialmente lo de Pepe el de contabilidad.

2.- Coger el Metro, el bus o ambos. El día 29 circularán menos pero merece la pena la espera para tocar los cataplines a los de ugeté, especialmente a Martínez el Bankio que ese día, justo ese día y sin que sirva de precedente, se matará a currar.

3.- Coger el coche o la moto. Quien sea un egoísta, un insensible y un inconsciente del irreparable daño que hace al medio ambiente el uso del vehículo particular, que ese día lo sea por partida doble. Entre que la gasolina está por las nubes y algunos harán huelga, el jueves las calles andarán ligeras de tráfico. Ya sólo por eso merece la pena pillar la moto y abrir gas Castellana abajo (ojito que hay radares y piquetes descontrolados).

4.- Ir al Cortinglés. Si el Corte Inglés abre es que la huelga ha fracasado miserablemente. España se acabará no cuando los pelmas de los catalanes se piren, sino cuando el Cortinglés cierre.Y el Corte Inglés va a abrir el día 29 para drama de teleoperadores y demás fauna filohuelguí. El jueves hay que ir al Corte Inglés aunque solo sea para subir hasta la cafetería y volver a bajar.

5.- Comprar. Sí, comprar. Si tenía pensado comprarse un portátil o una batidora para hacer los purés del niño, o un lavavajillas para dejar de gastar agua como un irresponsable ecológico, (que estamos de sequía por no haber hecho caso al Sacalugo y a Ruiz Elvira) hágalo el jueves. Uno llega al establecimiento de su conveniencia, mira al piquete de turno con desprecio (quizá esté el Teleoperador allí con su iPhone tuiteando en vivo la spanish revolution), pasa, se dirige al dependiente y adquiere lo que tenga que adquirir.

6.- Ir al Mercadona. Vaya al Mercadona, póngase en la puerta y haga una sentida reverencia. Eso es una empresa y lo demás son mandangas. Por eso la vagancia organizada le tiene tanta tirria. Luego, si eso, pasa al interior y compra algo, aunque sólo sean unas almendritas (Hacendado, muy ricas y económicas) para pasear tomando el aperitivo hasta el siguiente destino del buen esquirol.

7.- Coma fuera. No se prive, los restaurantes abren. La mayor parte son pequeños negocios familiares y un día sin clientes les hace polvo. A ellos la reforma laboral también les cruje. Si fuese un poco más ambiciosa rebajaría las «cargas sociales» y los currelas podrían comer más a menudo allí. Si no se nos fuese medio sueldo en impuestos para mantener haraganes y mamotretos soviéticos no sé si viviríamos como Urdangarín, pero casi.

8.- Navegue por el interné y vea la tele, como un señor. Que se vea que es un día normal, visite esta página, que es de mucho aprovechamiento, de máxima calidad con información variada e interesantes reportajes de alto contenido perrofláutico, como a usted le gusta. Luego, recostado sobre el cheslong (¿no lo tiene?, compre uno en el Cortinglés) se pone a ver la tele tan ricamente.

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