Crecimiento a pesar de todo

Los principales bancos centrales llevan entre año y año y medio subiendo los tipos de interés para contener la inflación. El Banco Central Europeo los ha llevado del 0% al 4%, la Reserva Federal del 0% al 5% y el Banco de Inglaterra del 0,25% al 5%, pero la inflación se mantiene todavía demasiado alta tanto en Europa como en América. El crecimiento económico tampoco se ha detenido. El PIB tanto de Estados Unidos como de las principales economías europeas creció en 2022 a pesar de que el entorno internacional era muy hostil. Los precios de la energía se dispararon, había problemas continuos en la cadena de suministro y la invasión de Ucrania generó mucha incertidumbre en el mercado.

La pregunta que muchos se hacen es por qué no se ha presentado aún la temida recesión económica y, sobre todo, por qué la inflación permanece tan alta a pesar del tratamiento de shock que están aplicando los bancos centrales encareciendo el precio del dinero. Una parte de la explicación radica en los extraños efectos de la pandemia sumado al tiempo que transcurre entre que el banco central sube los tipos de interés y eso impacta de forma visible en la actividad económica. El mercado laboral está, además, sometido a mucha presión. En algunos mercados hay más demanda que oferta de trabajadores y eso ha empujado hacia arriba el consumo.

La historia que cuenta el desempeño de la economía estadounidense es ilustrativa al respecto. Hace sólo un año se advertía de que el país tenía posibilidades ciertas de entrar en recesión a principios de 2023, pero no ha sido así. Las empresas siguen contratando personal, los consumidores mantienen sus niveles de gasto, el mercado de valores se ha ido recuperando y el sector inmobiliario se ha estabilizado. Los estadounidenses siguen gastando, especialmente en servicios de los que tuvieron que prescindir durante la pandemia, servicios tales como viajes, restauración y espectáculos. Eso ha generado nuevas oportunidades de inversión y empleo en estos sectores. Recordemos que aún queda remanente de los “felices” tiempos de la pandemia con los tipos de interés por los suelos, préstamos baratos y miles de millones de dólares inyectados por el Estado para sobrellevar mejor el parón de la actividad. Eso se traduce en salarios más altos para los trabajadores y beneficios extra para los empresarios.

En Europa la economía no está tan boyante como al otro lado del Atlántico, pero no nos encontramos en una crisis como la que se vislumbraba hace un año. La principal preocupación del Banco Central Europeo era entonces la subida abrupta en los precios de la energía, en parte provocada por la guerra en Ucrania y los problemas de abastecimiento desde Rusia que vinieron a continuación. La energía sigue siendo cara, pero no tanto como durante el verano pasado. Los europeos se las han apañado para sustituir a gran velocidad sus proveedores y han puesto en marcha medidas de ahorro energético. No se ha producido, en definitiva, el gran apagón que muchos temían.

Pero estos efectos de cola de la pandemia y todas sus disfunciones económicas no van a durar eternamente, menos aún en un entorno de tipos de interés altos que seguirán subiendo, deuda pública muy elevada e inflación que no termina de contenerse. Lo que no se sabe es cuándo sucederá. Entretanto la economía sigue creciendo a pesar de todo.

En La ContraRéplica:

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