
La retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear ha puesto patas arriba toda la agenda mundial. El lunes la UE se reunió de urgencia para desmarcarse de la decisión de Trump. No era para menos, la UE queda especialmente expuesta ya que es gran importador de crudo y tiene cuantiosas inversiones en aquel país. Pero no es la única. China, firmante también del acuerdo, hace muchos negocios allí.
Los efectos colaterales de la decisión son de gran envergadura y sólo están empezando a sentirse. Por ahora en el precio del barril y, por lo tanto, de la gasolina. Pero podrían ir más lejos ya que Washington tiene herramientas muy convincentes para que todos bailen al son que ellos tocan. Y no hablo del ejército, hablo del dólar y del sector financiero. La economía, una vez más, se demuestra como uno de los medios más poderosos para mantener la hegemonía.
Donaldo no es Barack y se acabó eso de pedir permiso para todo y perdón por adelantado, ahora, la máxima cortesía consiste en informar de lo ocurrido y no quedarse a oír pareceres. En esta ocasión lo ocurrido es la confrontación con Irán y los pareceres de los europeos, rusos, chinos y demás tendrán que expresarse con actos porque los lamentos y mohines son ante un ausente. El caso es que los actos contra los estadounidenses por su actuación desdeñosa y desfavorable, son actos se solo pueden ahondar en la inestabilidad creada por lo que enfrentarse a la política de Donaldo supone hacer exactamente lo mismo que le reprochan, liarla. A la Unión Europea se le presenta una nueva ocasión para mostrar al mundo su desunión y su inoperancia internacional que unido al ninguneo sufrido y escaso margen de actuación, todo junto, conforma una ocasión magnífica para estarse quieta y en silencio, ocasión que, por supuesto, desaprovechará.
Un cordial saludo.