
El 14 de octubre de 2019, es decir, hace poco más de dos años y medio la sala de lo Penal del Tribunal Supremo dictó sentencia en el caso del procés. En el banquillo de los acusados se sentaron los diez miembros del Gobierno de Puigdemont que no se dieron a la fuga, la expresidenta del Parlamento autonómico Carme Forcadell, el presidente de Omnium Cultural, Jordi Cuixart, y el entonces presidente de la ANC, Jordi Sànchez. Las condenas, acordadas por unanimidad, fueron a juicio de muchos en aquel momento bastante suaves. La mayor fue la de Oriol Junqueras, ex presidente de la Generalidad, que fue condenado a 13 años de cárcel por sedición y malversación, doce años para los exconsejeros Jordi Turull, Raül Romeva y Dolors Bassa por los mismos delitos, diez años y medio para Joaquim Forn y Josep Rull por sedición, once años y medio para Carmen Forcadell y nueve años para Jordi Cuixart y Jordi Sánchez.
Los acusados llevan desde entonces exigiendo la amnistía porque se consideran presos políticos, una apreciación que nadie más que ellos comparte. Perpetraron los delitos a la vista de todos y así quedó acreditado en un juicio que duró cuatro meses y en el que los acusados contaron con todas las garantías legales que ofrece el Estado de Derecho. Tres semanas después de la lectura de la sentencia, el 10 de noviembre, se celebraron elecciones generales. El PSOE las ganó, pero con una mayoría de escaños raquítica, lo que le obligó a echarse en manos de Podemos y de una miríada de socios parlamentarios entre los que se encuentran los independentistas catalanes para superar el debate de investidura. Pedro Sánchez ha negado insistentemente que vaya a indultar a los condenados por el procés, pero, viniendo de un hombre que por sistema hace lo contrario de lo que dice, sus palabras carecen de valor. El que más y el que menos sabía que, tan pronto como lo necesitase concedería este polémico indulto. Eso es lo que parece que se dispone a hacer ahora una vez han pasado las elecciones regionales en Cataluña y Madrid.
Enterado de sus intenciones el Tribunal Supremo se ha opuesto en bloque a la concesión de estos indultos, no aprecia en los mismos “razones de Justicia, equidad y utilidad pública. Ateniéndose a letra de la ley no se pueden conceder ya que los no existe un informe favorable por parte del Tribunal, los condenados no se han arrepentido y tampoco se han comprometido a no reincidir. Al contrario, llevan años diciendo que lo que hicieron estaba bien y que, tan pronto como puedan, lo volverán a hacer.
Para tratar este tema más a fondo visita hoy La ContraCrónica Guadalupe Sánchez, que es abogada, columnista de prensa y autora de “Populismo Punitivo”, un libro extraordinario en el que denuncia el llamado derecho penal de autor y cómo el identitarismo se ha colado en las leyes y los tribunales.
Los indultos cuando es ‘uno de los nuestros’ son bienvenidos, cuando son ‘del enemigo’ nos escuecen. Se indultó a Tejero que quiso implantar un estado fascista y no se arrepintió (con el beneplácito del tribunal supremo). Se indultó a Vera y Barrionuevo que fueron los jefes de una banda asesina y tampoco se arrepintieron.
Que yo sepa los dirigentes del ‘Proces’ no han matado a nadie. Por el bien de este pais hay gente que creemos que deben salir.
De lo que opina el tribunal supremo, que a su diestra ya sólo está la pared, prefiero no opinar…