Este domingo concluyó con dos días de retraso la cumbre del clima en Madrid. Con doce días de duración ha sido la más larga de la historia pero no ha servido de nada o de casi nada. Todos estaban encantados de haberse conocido mientras se deshacían en soflamas climáticas, pero ninguno ha querido adquirir compromisos de recorte de emisiones salvo los países de la UE, que en estas cuestiones están para lo que haga falta, incluyendo pegar un tiro en el pie a sus respectivas economías.
Fuera de Europa tienen algo más claro de dónde proviene el desarrollo económico y el bienestar subsiguiente y no quieren perjudicarlo. Pero no podían cerrar la cumbre sin, al menos, un acuerdo de intenciones y a eso se afanaron el domingo, ya en tiempo de descuenta como en los partidos de fútbol. Acordaron un texto muy voluntarioso pero sin compromisos concretos en el que lo más ambicioso a lo que se atreven es a emplazarse a seguir hablando el año próximo de este mismo tema en Glasgow.
En La ContraRéplica:
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– Escocia e Irlanda del Norte tras la victoria de Boris Johnson
– López Obrador y el NAFTA
– Bloqueo político en Israel
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