El euro por los suelos

Los temores crecientes a una gran recesión están fortaleciendo al dólar estadounidense. Esto ha provocado una depreciación general de divisas en todo el mundo. Este martes el euro se acercó a su mínimo frente al dólar desde el año 2002 cuando se confirmó que los precios del gas natural y de la electricidad seguirán incrementándose en los próximos meses. Los especialistas en divisas temen que la economía europea se derrumbe si Rusia interrumpe por completo el suministro de gas natural que se utiliza de forma muy intensa en Europa para generar electricidad y calefacción.

El desastre, anticipado ya desde hace días, se ha materializado esta misma semana cuando el euro se negociaba a 1,02 dólares, el nivel más bajo desde diciembre de 2002. Su declive, que comenzó hace aproximadamente un año cuando un euro se cambiaba por 1,22 dólares, puede conducir a la paridad 1-1 entre dólar y euro en las próximas semanas. Pero el euro no es el único que está sufriendo. La libra esterlina y el yen japonés también están en mínimos respecto al dólar. El yen, que ha perdido un 18% del valor que tenía frente al dólar hace sólo un año, está en su cotización más baja desde 1998. El euro se ha dejado un 13,2% y la libra esterlina un 13,5%. La compraventa de divisas es, por lo general, un negocio tranquilo, las monedas suben o bajan en pequeña cuantía todos los días, pero la guerra en Ucrania, la inflación disparada a ambos lados del Atlántico y los bancos centrales actuando de forma descoordinada han llevado a los inversores a refugiarse en el dólar como valor seguro.

La fortaleza del dólar se debe a que el mercado descuenta que la Reserva Federal está mucho más decidida a elevar los tipos de interés que otros bancos centrales. Aparte de eso, la economía estadounidense tiene una mejor perspectiva de crecimiento que la europea. No ha sentido tanto el impacto de la crisis energética ya que no es tan dependiente de las importaciones de gas y petróleo y viene de unos años muy buenos, con pleno empleo y una tasa de ahorro muy alta.

Un dólar fuerte influye directamente en el precio de muchas materias primas que cotizan en dólares por lo que se vuelven más caras para el resto del mundo. Eso castiga especialmente a las economías europeas, muy intensivas en energía y dependientes de las importaciones de hidrocarburos. Esto tiene una derivada peligrosa. Con la energía más cara será mucho más difícil contener la inflación, más aún cuando el BCE se niega a tomar las medidas necesarias para detener la sangría. Christine Lagarde, una gobernadora con un perfil netamente político, no está dando la talla. Quiere soplar y sorber a la vez y eso es imposible.

Para hablar sobre este tema, que es el enésimo drama económico que padece Europa en los últimos meses, nos acompaña Carlos Siemens. Carlos, que ya pasó por La ContraCrónica hace tres meses para hablar del rublo, es especialista en divisas, trabaja como gestor de cuentas senior de IbanFirst, una fintech dedicada a pagos internacionales, y es además profesor del MBA de la Universidad Internacional de Valencia.

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