El gigante despierto

Supongo que conoceréis National Geographic, una revista extraordinaria, adornada por lo general con unas fotografías soberbias y una buena selección editorial de reportajes. Uno de los temas recurrentes en esta revista son los destinos turísticos, todos los años en enero publica en su web cuáles son, a su juicio los destinos estrella del año. Da en concreto 28 de todo el mundo. Estar en esa lista es todo un privilegio, por lo que las autoridades de turismo de los destinos agraciados reciben el regalo con alborozo y lo publicitan todo lo que pueden.

El primer destino recomendado este año es Ciudad de México. La razón por la que lo han elegido es por el maíz, sí, el maíz. El artículo sobre la ciudad que va en el número de este mes se titula «sabores originales en los que el maíz es el rey». Con esto Kim Severson y la fotógrafa Erika Larsen elaboran un reportaje primorosamente ilustrado que da gusto leer.

No dudo que en Ciudad de México se come estupendamente, pero creo que la ciudad tiene muchos atractivos de mayor porte, algunos únicos en el mundo como la catedral metropolitana, que es una obra maestra del barroco declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987, o el Palacio Nacional, que en tiempos del virreinato fue la residencia de los virreyes de Nueva España y que nada tiene que envidiar a los mejores palacios reales de Europa. El Palacio Nacional también es Patrimonio de la Humanidad como todo el centro histórico, la ciudad universitaria y los canales de Xochimilco, por los que se puede navegar en unas embarcaciones muy vistosas llamadas trajineras. Se desplazan por medio de unas pértigas que los remeros clavan en el fondo del canal.

Pocas ciudades del nuevo mundo pueden presumir de tanto patrimonio. Pero es que, además, se trata de una ciudad enorme. En su área metropolitana viven más de 20 millones de personas, lo que la convierte en una de las aglomeraciones urbanas más grandes del planeta, la novena exactamente justo después de Bombay. Por descontado, es la ciudad hispanohablante más poblada del mundo seguida por Buenos Aires y Lima. También es la mayor de América por encima de Nueva York.

A un lugar tan especial, tan gigantesco, es fácil llegar, y más fácil aún con Liligo, que nos da varios vuelos directos desde Madrid con Iberia, con Aeroméxico y con Air Europa. Son, eso sí, doce horas de vuelo de ida y  diez y media de vuelta. Esa hora y media de ahorro se la debemos a que el avión agarra los alisios del Atlántico norte y se deja empujar, más o menos lo que hicieron los galeones de la flota de indias durante siglos.

Yo, desde luego, si pudiese me iba ahora mismo aprovechando, entre otras cosas, el precio que me da Liligo, que es francamente bueno. Tampoco es mal motivo para viajar hasta allí su temperatura media en enero, que ronda los 15 ºC. Vamos, un auténtico paraíso. En esta época, además, llueve poco porque están en plena estación seca, así que se puede pasear plácidamente por los canales de Xochimilco en trajinera sin que se te venga el cielo encima.

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