La cumbre del G20 que se celebró este fin de semana en Buenos Aires acabó sin pena ni gloria. Un raquítico documento de siete páginas como declaración final con obviedades tales como que hay que luchar contra el cambio climático, o que la OMC hace un buen trabajo y que a todos les interesa mantenerla.
La cumbre no servía para nada y realmente no interesaba a nadie. Lo que si interesaba era la cumbre dentro de la cumbre, es decir, el encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping. Ahí si que se sacó algo en claro, no mucho pero si lo suficiente como para que esta cumbre de Buenos Aires no pase al olvido de manera inmediata. Vamos a verlo.
G20 poco ruido y menos nueces
Si ya es arduo concretar un acuerdo entre dos partes, tratar de consensuar algo entre más de dos, de hacerlo en un fin de semana y de que se cumpla lo consensuado, no ocurre, por muchas reuniones previas, o muchas sonrisas en las fotos, que se empleen. Así que el G20 es una feria en donde se deja pasar a cualquier mandamás con un PIB llamativo, sin entrar en cuestiones éticas, para que paseen el palmito vacilando de ser pintones y de estar donde se deciden las cosas. En esta ocasión el G20 ha sido la cumbre bilateral EEUU-China de Buenos Aires con moscones alrededor y resultados inciertos. Para España, el G20 ha supuesto un caro viaje a costa del erario y dos días con el Presidente del gobierno pensando memeces a miles de kilómetros de sus gobernados, un efímero pero necesario descanso.
Un cordial saludo.