¿De qué ha enfermado Chile?

No importa donde miremos. Da igual el indicador, desde las calificaciones de las agencias crediticias hasta el PIB, pasando por el déficit público o la balanza comercial, el diagnóstico es que la economía chilena está enferma. Quién lo hubiese dicho hace solo 6 ó 7 años, cuando exhibía músculo en medio de la tormenta perfecta que asolaba Europa y Norteamérica. En 2010 creció un 5,8%, en 2011 un 6,1% y en 2012 un 5,3%. Desde entonces todo ha ido cuesta abajo. En 2016 el PIB chileno creció un raquítico 1,6% y en lo que llevamos de año la cosa está peor aún: en el primer semestre de 2017 el crecimiento se ha quedado en un 0,7%.

Una economía que crece tan poco y que, a la vez, ha disparado el gasto público va directa al despeñadero. Porque si algo ha hecho el Gobierno de Michelle Bachelet ha sido gastar como si no hubiese mañana. Mejor vayamos a los números contantes y sonantes. En 2010 el Estado chileno gastó 38.000 millones de euros. Cinco años más tarde, en 2015, ya metidos en pleno bacheletismo, se fundió casi 55.000 millones de euros, un 44% más. Chile ha disparado el gasto muy por encima de lo que podía permitirse por el incremento de la riqueza nacional.

Cabe preguntarse si esto ha sido algo gradual, un acumulado de varios Gobiernos, o se debe a una sola persona. Es lo segundo, todo ha sucedido durante el mandato de Michelle Bachelet, que arrancó en marzo de 2014. La crisis chilena es consecuencia directa de su Gobierno. El hecho es que Bachelet -cirujana de profesión y una histórica del socialismo chileno- ya había ocupado la presidencia previamente, entre 2006 y 2010. Pero durante esos años la economía creció con fuerza impulsada por el viento de cola de la burbuja de las materias primas. Para Chile, un país minero muy dependiente del precio internacional del cobre aquello fue como un regalo caído del cielo. Esa ventaja no la tuvo cuando llegó por segunda vez al Palacio de la Moneda, ya que esa burbuja estaba a punto de pinchar.

Podríamos concluir que todo se debe a factores exógenos. Que el Gobierno de Bachelet no tiene culpa alguna. Pero no, ese argumento se cae por su propio peso ya que, por un lado, debió recortar el gasto tan pronto como advirtieron en Santiago que las regalías mineras decrecían; y, por otro, el precio del cobre ha bajado para todos los exportadores, no sólo para Chile. También lo ha hecho para, sin irnos muy lejos, el vecino Perú, que a pesar de ello ha mantenido unas tasas de crecimiento envidiables. El año pasado creció casi un 4% frente al 1,6% de Chile. Luego en el origen de la crisis chilena no está sólo la cotización del cobre como andan diciendo por ahí, sino la acción de Gobierno de la propia Bachelet.

Las reformas que ha implementado en los últimos cuatro años en materia laboral, educativa y sanitaria, han pasado todas por un aumento desmedido del gasto. Para financiarlas el Gobierno pasó por el Congreso una reforma tributaria que crujía a las empresas. Como consecuencia la recaudación fiscal subió (un 3,6% sólo el año pasado), pero las cuentas no cuadraban porque, a pesar del apretón fiscal, las compuertas del gasto se abrían más y más al tiempo que el clima inversor se enfriaba.

El clásico cuento de la lechera de los socialdemócratas de todos los tiempos. Se desmadran con el gasto y para cubrirlo suben los impuestos. Con esto creen que forman un círculo virtuoso, pero la realidad nos demuestra que sucede lo contrario. El Gobierno sabe cuánto va a gastar porque lo planifica en el presupuesto, pero no cuánto recaudará porque eso es imposible de saber a ciencia cierta y, por lo tanto, de prever. Lo que forma entonces es un círculo vicioso. A impuestos más altos, mayor fraude fiscal y menos actividad económica. Entretanto el Gobierno ejecuta el gasto comprometido que luego tiene que sufragar con emisiones de deuda que traen nuevas alzas fiscales. Nada que no conozcamos al dedillo porque de un modo u otro lo hemos sufrido en casi cualquier país.

El resultado final es que una economía boyante, dinámica y con gran autoconfianza se ha parado en seco. No podía ser de otra manera. La incertidumbre es lo peor que puede generar un Gobierno. Y eso mismo es lo que ha hecho Bachelet durante todos estos años. Desde el principio del mandato hasta el día presente. Y como muestra ahí tenemos el caso Dominga, un proyecto minero muy ambicioso en la región de Coquimbo en el que unos inversores querían invertir 2.500 millones de dólares y crear 10.000 puestos de trabajo. Después de vacilar durante tres años, Bachelet no lo ha autorizado escudándose en motivos medioambientales. Como consecuencia dos ministros, el de economía y el de hacienda, presentaron su renuncia.

La incertidumbre reina también dentro del propio Gobierno, que envió una señal muy peligrosa al mercado: las reglas del juego no están claras y al final los caprichos de la política se imponen. Chile no ha llegado a ser el país más próspero y libre de Hispanoamérica por enviar señales equivocadas, sino por enviar las correctas. Eso mismo es lo que se despachará en las elecciones de noviembre. Parece poco, pero lo es todo.

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2 Comments

  1. Sobre el papel, la emotiva y simplona argumentación de que «Chile es más rico pero no todos los chilenos lo son, así que el Estado va a redistribuir esa riqueza entre todos los chilenos», no tiene un pero, ahora bien, el Estado, que no ha creado esa riqueza, no es capaz de redistribuirla sin malograrla, pues su redistribución consiste en más gasto, primero asumible y luego no, que aboca a más impuestos, primero asumibles y luego no, y a más deuda, primero asumible y luego no. Y cuando todo es inasumible, entonces todos se preguntan qué ha podido fallar y cómo se ha llegado al punto de un Chile pobre y la inmensa mayoría de los chilenos más pobres. Ahora, sobre las elecciones toca la emotiva y simplona argumentación de » ahora más que nunca el Estado ha de redistribuir para socorrer». Casi tan cansina como triste.
    Un cordial saludo.

  2. Chile es uno de los estados con mayor desigualdad en la renta personal y en la redistribución de la riqueza del planeta

    Simboliza además el fracaso de los sistemas de capitalización, tan defendidos por algunos liberales, y que se han demostrado que sólo sirven para que ganen dinero las Entidades Financieras, porque entre la letra pequeña, la desidia de las Entidades y las comisiones (las Entidades viven de las comisiones, no de sacar rentabilidad a nuestro dinero) los primeros pensionistas llegados a tales en Chile se han encontrado en la miseria más absoluta

    Imagino que si el Gobierno chileno hubiera autorizado la esclavitud, se hubieran implantado en el país esas Corporaciones que quieren arrasar los recursos de Chile y a los pensionistas se les dejase morir de hambre, este artículo hablaría de las bondades del crecimiento de las cifras macro, que son las que importan

    Penoso que se utilicen cifras parciales y sesgadas y en base a ellas soltar la homilía

    Saludos

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