La última guerra santa

Hace sólo una semana las iglesias ortodoxas orientales celebraron la Pascua de Resurrección. El cristianismo ortodoxo está formado por iglesias autocéfalas, pero muy relacionadas entre ellas. La de Rusia es la mayor de todas ellas y su patriarca, actualmente Cirilo I, se siente en cierta medida el hermano mayor de todos los ortodoxos. La Pascua es la fiesta principal en todas estas iglesias por lo que todos pusieron sus ojos en la misa que se celebró en la catedral moscovita de Cristo Salvador. A la misa acudió Vladimir Putin, pero nada tenía que temer, el patriarca no le afeó la conducta por haber iniciado una guerra, peor aún, una guerra contra otros hermanos ortodoxos muy cercanos como los ucranianos.

Desde que empezó la guerra Cirilo I ha hecho todo lo contrario, ha apoyado con gran determinación la guerra en Ucrania, lo que ha ocasionado un gran cisma entre la iglesia rusa y el resto de iglesias ortodoxas -catorce en total- repartidas por el este de Europa. Cirilo cree que la guerra es necesaria porque en Occidente van contra la ley de Dios. Ucrania según él ha caído bajo los encantos de Occidente, por lo que es preciso invadir el país para reconducirlo política y espiritualmente. Para Putin que el patriarca de Moscú le respalde es algo fundamental ya que Cirilo espera reunificar las iglesias de Ucrania y Rusia, que estuvieron unidas hasta 2014. Ese año Kiev declaró su independencia, cuatro años más tarde, en 2019, fue reconocido por otras iglesias ortodoxas constituyéndose así en iglesia autocéfala con el obispo metropolitano de Kiev a su cabeza.

Pero Ucrania no es un lugar cualquiera. Para los ortodoxos rusos Ucrania es el origen mismo de sus creencias. El cristianismo entró en Rusia por Ucrania y fue en Kiev donde surgió el primer obispado a finales del siglo X. Para los nacionalistas rusos que Ucrania exista es un atentado contra su unidad política, que Ucrania tenga patriarcado propio es un atentado contra su unidad espiritual. Los intereses de la iglesia rusa se alinean de este modo con los del Gobierno ruso en una recreación de cesaropapismo de origen bizantino, pero en pleno siglo XXI. La guerra de Ucrania ha adquirido así cierta aura de guerra santa, no sólo entre Ucrania y Rusia, sino dentro de la propia Ucrania, donde muchas parroquias comulgan con el patriarca de Moscú y no con el de Kiev.

Si Putin termina ganando la guerra la iglesia ucraniana desaparecerá, al menos sobre el papel. En Ucrania la práctica religiosa es mayor que en Rusia ya que, al ser una sociedad rural, allí tuvieron menos impacto las políticas antirreligiosas de la Unión Soviética. En Ucrania existe también una minoría católica considerable (en torno al 10% de la población) que desde tiempos de los zares ha sido vista con recelo desde Rusia y acusada de papismo. Los elementos religiosos, como vemos, están más presentes de lo que podría parecer y ayudan a entender la naturaleza apocalíptica de esta guerra.

En La ContraRéplica:

  • Posibilidad de una guerra nuclear
  • Bancarrota de España
  • Utilidad de los confinamientos

>>> “La ContraHistoria de España. Auge, caída y vuelta a empezar de un país en 28 episodios

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