
Muchos se preguntan por qué hay dos Chinas, dos repúblicas de China: la República Popular de China, a la que comúnmente conocemos como China, y la República de China, a la que nos referimos como Taiwán. La razón hay que buscarla en la historia. Tenemos que irnos a finales del siglo XIX cuando, tras la derrota de la China de la dinastía Qing frente a los japoneses en 1895, Taiwán fue cedida al Imperio japonés. La idea de los japoneses era niponizar la isla, es decir, vaciarla de chinos y repoblarla con japoneses, así que a los taiwaneses que deseaban seguir siendo súbditos chinos se les concedió un período de gracia de dos años para que vendiesen sus propiedades y se mudasen a la China continental. Los taiwaneses no se querían ir de sus casas y de su isla así que se rebelaron contra los japoneses. Primero directamente, pero fueron derrotados por el ejército japonés. Se decidieron entonces por una guerra de guerrillas que duró varios años hasta que los japoneses consiguieron acabar con esas guerrillas. Durante las dos primeras décadas del siglo XX se produjeron algunas rebeliones internas dentro de la isla, pero no consiguieron revertir la dominación colonial de los japoneses.
Fue en esta época cuando Taiwán se empezó a industrializar. Los japoneses querían convertir la isla en una proveedora de materias primas para su país, así que dedicaron muchos fondos a construir ferrocarriles y carreteras. Transformaron Taiwán en una gran colonia de plantación. Aprovechando que el clima de la isla es extraordinariamente benigno y su suelo muy fértil, plantaron grandes extensiones de caña de azúcar cuya producción sólo se podía vender en Japón. En los años 30 Taiwán ya era uno de los mayores productores del mundo de azúcar. Miles de japoneses empezaron a emigrar a la isla en busca de oportunidades o como funcionarios de la administración colonial. Los nativos eran ciudadanos de segunda y estaban vetados en infinidad de trabajos, pero seguía habiendo muchos nativos que se negaban a trasladarse a China, de modo que los japoneses decidieron asimilar por la fuerza a la población. Se impuso el uso de la lengua japonesa y se persiguieron las expresiones culturales más típicamente taiwanesas. Éstas últimas se siguieron practicando, pero en la intimidad. Eso no podían impedirlo ya que había muchos más taiwaneses que japoneses. La isla tenía entonces casi seis millones de habitantes y sólo había unos 300.000 japoneses.
En 1941 Japón atacó la base estadounidense de Pearl Harbor, en las islas Hawái. Eso desencadenó la guerra entre ambos países. Japón quería extender su imperio en extremo oriente y lo hizo a costa de antiguas colonias occidentales como Malasia, Vietnam o las Filipinas. Desde Taiwán se organizó la invasión japonesa de Filipinas, cuyas costas quedan a menos de 400 kilómetros. La isla se llenó de bases aeronavales. Aquello provocó que la armada de EEUU se fijase en ella como objetivo prioritario. En octubre de 1944 se produjo cerca de la isla una de las batallas aéreas más famosas de toda la guerra, la de Formosa, en la que la fuerza aérea japonesa trató de repeler sin éxito a una flota estadounidense compuesta por 17 portaviones y todos sus buques de escolta.
Meses más tarde, tras la rendición de Japón, Taiwán recuperó la independencia, los colonos japoneses fueron expulsados y se pudo reunificar con China. Pero la China a la que volvía Taiwán en 1945 era muy distinta de la que se había separado en 1895. En el momento de la entrega a Japón, China era un imperio gobernado por el emperador Guangxu de la dinastía Quing. En 1945 era una república que se había declarado en 1912 tras la revolución Xinhai. Esa república había tenido una vida muy agitada, padeció infinidad de problemas internos, fue invadida por Japón en 1937 y desde diez años antes se desangraba en una guerra civil.
Cuando Japón se rindió en 1945, el ejército de la República de China asistido por Estados Unidos, organizó un desembarco anfibio a Taiwán para forzar la rendición de las unidades militares japonesas destacadas en Taiwán. El 25 de octubre, el general Rikichi Ando, gobernador japonés de Taiwán y comandante en jefe de todas las fuerzas japonesas en la isla, entregó la isla formalmente a la República de China. Los taiwaneses se las prometían muy felices, pero en la China continental se reanudó la guerra civil que había estallado en 1927 entre el Gobierno de la república, presidido por Chiang Kai-shek, y el Partido Comunista de China, acaudillado por Mao Zedong. Ambos bandos se habían dado una tregua durante los años de invasión japonesa para luchar contra la ocupación, pero, tan pronto como Japón depuso las armas, volvieron a pelear entre ellos.
La posguerra fue muy dura en Taiwán. Los chinos continentales se comportaban de forma parecida a como lo habían hecho los japoneses. Se reservaron para ellos todos los cargos públicos y, para colmo de males, se desató una feroz hiperinflación que duró tres años. Envueltos en plena guerra civil a nadie en la China continental le preocupaba Taiwán. La suerte fue propicia para los comunistas que, gracias a una serie de ofensivas muy exitosas capturaron la ciudad de Nankín y dejaron a las fuerzas de la república fuera de juego. Mao Zedong proclamó la República Popular China el 1 de octubre de 1949 obligando a Chiang Kai-shek a buscar refugio en Taiwán. En diciembre de ese año evacuó a todo su Gobierno a la isla e hizo de Taipéi la capital interina de la República de China. A Chiang Kai-shek le acompañaron unos dos millones de personas, esencialmente soldados, miembros del Gobierno del Kuomintang y empresarios que temían ser ejecutados por los comunistas.
Chiang Kai-shek consiguió mantener el control de la isla principal y de otras islas menores como el archipiélago de Pescadores y el de Quemoy, que se encuentra pegado a la costa de la China continental, a menos de 10 kilómetros de la ciudad de Xiamen. Eso sucedió en 1949 y nadie daba un céntimo por lo que quedaba de la República de China, pero unos meses después, en junio de 1950, estalló la guerra de Corea. El norte invadió al sur y un ejército internacional capitaneado por EEUU se encargó de devolver a los norcoreanos hasta el paralelo 38. Estados Unidos, que había ignorado a Taiwán hasta ese momento, empezó a apoyar la existencia de esta pequeña república dado su valor estratégico frente a las costas de la China comunista y justo a medio camino entre Japón y las Filipinas. En los años 50 hubo dos crisis en el estrecho de Taiwán. La primera entre 1954 y 1955 y la segunda en 1958. En ambas el ejército de la República Popular intentó hacerse con las islas Quemoy, pero no lo consigui. Estados Unidos se alineó con Taiwán y le ofreció su apoyo, lo que obligó al Gobierno de Mao a desistir.
Desde entonces las relaciones entre las dos Chinas han sido complicadas y, desde el punto de vista diplomático, inexistentes. No se reconocen mutuamente y ambas reclaman la legitimidad. A lo largo de los últimos 70 años Taiwán se ha ido conformando como un país distinto, pero manteniendo siempre el nombre oficial de República de China. Por mantener mantienen incluso la bandera de la República de China fundada en 1912. La bandera en sí se adoptó en 1928 y en su momento representaba a todos los chinos, no sólo a los comunistas. Es de color rojo con un rectángulo azul en su parte superior izquierda que alberga un sol blanco. Esa, según dicen los taiwaneses, es la verdadera bandera de China.
Gracias, Sr. Díaz Villanueva. Mi mujer es de Taiwán (y fan de la ContraCrónica), vivimos en España, pero mi suegra y toda la familia siguen viviendo en Taiwán. Cuando estos días nos preguntan, justo digo lo que comenta, que solo 4 años ha sido Taiwán parte de la actual República Popular de China, solo 4 años. Por ejemplo, mi suegra, justo de 73 años, jamás ha vivido un solo día de su vida bajo el dominio de Pekín, nunca. La abuela de mi esposa, nació en el año 6 (el equivalente a 1918) y murió en el 116 (2018). En toda su vida, vivió más tiempo bajo el dominio japonés (27 años) que del chino (4). De hecho, sabía hablar japonés porque la forzaban a aprenderlo y no sabía hablar mandarín.
Incluso aunque China fuera democrática, no hay ninguna razón de peso para que Taiwán fuera parte de China. Taiwán tenía población indígena y pasó por fases de dominio parcial o total de Portugal, España, Países Bajos, Francia, la China Imperial, Japón y la China comunista. Pero si eso fuera poco, basta comparar la situación actual de ambos países. Coincide que Taiwán es la democracia más avanzada del continente más poblado de la Tierra. Según The Economist, se sitúa por encima de países sin la menor duda democrática como Australia, Suiza o Alemania, y claramente por encima de España o Estados Unidos. La China del PCC, en cambio …
La libertad en Taiwán es un hecho. En China no es ni un sueño porque estaría prohibido soñar tal ofensa al régimen.
Muchas gracias de nuevo, Sr. Díaz Villanueva, por algo tan simple, y tan difícil estos días, como exponer los hechos.