Hubo este domingo elecciones en Baviera, el Estado federado más rico de Alemania y el más extenso, pero no el más poblado. El más poblado es Renania del Norte-Westfalia, que tiene más habitantes que Holanda. Baviera es un feudo de la derecha alemana, más concretamente del CSU, un partido asociado el CDU de Angela Merkel. Por su tamaño e importancia Baviera sirve como termómetro para todo el país y, especialmente, para el partido gobernante, ya que buena parte de su fortuna (o infortunio) se lo dede a ese Estad.
Pues bien, sólo unos meses después de que la canciller lograse formar Gobierno in extremis le ha caído un varapalo en Baviera. La CSU ha ganado sí, pero perdiendo la mayoría absoluta. Los socialdemócratas, por su parte, se han desplomado hasta el quinto puesto y han ascendido con fuerza tanto los verdes como los de AfD.
Conforme se van constatando las trolas de los partidos gobernantes surgen nuevos partidos cuyas trolas aún no han podido ser exhaustivamente confirmadas. A las clásicas fantasías animadas de un Estado del Bienestar a costa de los ricos con matices democristianos o socialistas, se añaden las ensoñaciones de una Alemania de hombres libres, una Alemania ECO o una Alemania solo para alemanes. Ahora que se sabe nítidamente que el Estado del Bienestar es el bienestar del Estado y que va a costa de todos los tributarios, las otras pamplinas suenan sugerentes, pese a que las intenciones transformadoras de los aspirantes pasan primero por apoltronarse y amorrarse al presupuesto. Esto de las votaciones es un carrusel de ilusiones y desengaños entre caballitos, coches de bomberos y avionetas del barón rojo. Nadie parece darse cuenta que solo giran, no hay destino y cada vez cuesta más el paseito.
Un cordial saludo.