Republicaneos dominicales

La manifestación republicana de este año ha estado más concurrida de lo habitual. Lo habitual, para que engañarnos, suelen ser los cuatro gatos de siempre con sus banderas tricolores, sus hoces, sus martillos y su ambientillo loser. Este año ha habido mucho de todo lo anterior y, de propina, unos cuantos que pasaban por allí aprovechando que este domingo salió soleado, primaveral y radiante como no se recuerda por la Villa desde hace muchos meses.

Yo de joven también era republicano. No iba a las manifestaciones pero confesaba orgulloso mi condición a todo el mundo, le interesase o no. En la España de los noventa había pocos republicanos de toda la vida, yo era uno de ellos y me gustaba presumir de mi hallazgo teórico. Hasta me agencié un pin con la bandera del 31 que solía prender de la solapa en las grandes ocasiones. En aquellos años de universidad y calma chicha leí un tostón de Trevijano que era el no va más de la irreverencia. El autor, que sigue vivaqueando por ahí con más años que una tortuga, decía que esto de la monarquía era una estafa y que lo suyo era sustituirla por una república presidencialista. Él, claro, iba a ser el presidente, que para algo escribió el libro.

Luego, años después, me hice monárquico y sigo siéndolo, espero que ya hasta el día del juicio. Lo cierto es que, a pesar de todo, no creo que haya mucha diferencia entre monarquía y República. Todo depende de la variedad que te toque. La que tenemos en España es, con todos sus defectos, que son muchos, bastante mejor que las repúblicas que gastan nuestros hermanos hispanos al otro lado del charco. Si cambiásemos a los Borbones por los Garzones lo más probable es que la cosa terminase como en Argentina o, peor aún, como en Venezuela, país donde la República es tan monárquica que ha terminado gobernando un muerto.

A la argentina o a la venezolana lo que no nos iba a quitar nadie es un empacho tal de políticos, saqueo y patrioterismo que tendríamos que salir por patas al día siguiente de la proclamación. En España, además, tenemos archivo. En los dos últimos siglos hemos probado de todo: dos repúblicas, varios Gobiernos provisionales, un par de regencias y el régimen de Franco, que no era ni República ni monarquía, sino todo lo contrario. Al final, sinceramente, me quedo con los periodos largos y pacíficos en los que hubo rey, aunque no fuese todo lo bueno que a unos pocos nos gustaría. Lo otro fue lo que fue y terminó como terminó. La primera República no pudo cumplir un año porque al país se le piró la pinza, literalmente. De la segunda no hace falta que diga nada. Todos sabemos en qué consistió el fin de fiesta y a cuántos se llevó por delante.

Algo tan elemental parece que no lo tienen en cuenta los del republicaneo dominical. Pensarán que esta vez va a salir bien, cosa que dudo, o que saldrá bien porque, ahora sí, se van a ahorrar la fase de República burguesa, tan incordiosa siempre, para pasar al segundo y definitivo plato. Los del domingo iban de eso, de ahí que estuviesen tan contentos.

2 Comments

  1. La segunda república empezaba diciendo en su primer artículo que era una República de los trabajadores pues mal, muy mal porque ya empieza excluyendo a todos los demás ciudadanos que no encajen en esa definición con tintes marxistas.
    No había separación de poderes, el presidente no mandaba nada, en fin, un desastre de diseño de República. No, así nadie quiere República claro está.

    Por eso la República Constitucional que propone Trevijano está madura, incluye a todos y es más representativa de cada ciudadano con el la elección de cada diputado en mónada uninominal por cada distrito de unos 100.000 habitantes. El diputado se debe a su distrito como en los EEUU y no a su jefe de partido porque tiene que rendir cuentas y es pagado por su distrito…etc.

    Y, si, hay monarquías como la del magnífico príncipe Hans-Adam de Liechtenstein. Un hombre que ha escrito el libro «El estado en el tercer milenio» donde deja entrever como gestor público que si un servicio público lo puede hacer mejor la sociedad civil, el estado debe dejarlo en manos de esa sociedad. En definitiva, un monarca defensor del buen hacer, liberal, gran persona pero si uno ama la libertad debe ir en la dirección de la libertad aunque por el camino te encuentres a dirigentes maravillosos en formas de gobierno anacrónicas.

    Un abrazo, Fernando y con buen rollo.

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