Tiembla Marruecos

El pasado viernes poco antes de la medianoche un terremoto de magnitud 6,9 en la escala de Richter sacudió el sur de Marruecos provocando la muerte de más de 2.000 personas. El seísmo tuvo su epicentro en la región montañosa que rodea a la ciudad de Marrakech. Aldeas y pueblos enteros quedaron devastados, se produjeron apagones generalizados y cortes en el suministro de agua y teléfono. Fue tan fuerte que se dejó sentir en la costa marroquí del Atlántico y en lugares tan alejados del epicentro como el sur de la península ibérica.

Las zonas rurales de difícil acceso han sufrido los peores daños. Muchas de las edificaciones en estas regiones del sur están hechas con ladrillos de adobe y sin refuerzos, por lo que, tan pronto como empezó a temblar el suelo, cayeron como castillos de naipes. Para colmo de males, la hora en la que se produjo el terremoto empeoró aún más sus efectos. Fue ya entrada la noche y casi toda la población se encontraba en el interior de sus casas que se derrumbaron sobre sus ocupantes.

El terremoto afectó también a la ciudad de Marrakech que forma parte del listado de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Marrakech es una ciudad muy antigua y, por lo general, repleta de turistas. Su parte vieja consiste en un dédalo de callejas flanqueadas por edificios con muchos siglos de antigüedad a sus espaldas. Por fortuna la ciudad resistió mejor que los pueblos aledaños y las aldeas de la cordillera del Atlas. Algunos edificios se vinieron abajo y una de las principales mezquitas de la ciudad resultó dañada, pero el símbolo de Marrakech, la Kutubía, un alminar de 66 metros de altura levantado en el siglo XII resistió el temblor. Marrakech, de cualquier modo, ha sentido el terremoto más que otras zonas ya que, según los geólogos, el suelo es más blando en el fondo del valle y eso amplifica los temblores de tierra.

El terremoto de Marrakech es el peor registrado en Marruecos y el segundo más letal. Tanto el número de víctimas como el alcance de la destrucción material son por ahora necesariamente temporales. Pero, por lo que sabemos, es de una gravedad extrema que tendrá consecuencias políticas y económicas, amén de poner a prueba al Gobierno marroquí, que ha practicado una serie de reformas en los últimos veinte años. En la memoria de muchos marroquíes está el terremoto de Alhucemas del año 2004. La ayuda llegó tarde, se distribuyó mal y la descoordinación fue la norma agravando los efectos del seísmo.

Esta vez el Gobierno ha querido demostrar ante la comunidad internacional y ante su propio pueblo que van a reaccionar adecuadamente. El rey Mohamed VI, que se encontraba de vacaciones en Francia, regresó a Marruecos y decretó tres días de luto nacional. Solicitó también ayuda internacional para rescatar a los que aún están atrapados entre los escombros y para atender a los miles de heridos que se encuentran en los hospitales.

Una vez pasada la emergencia se tendrá que destinar una cantidad millonaria a la reconstrucción de las áreas devastadas por el terremoto. En España, que se está volcando en enviar ayuda, se mira de reojo y con preocupación todo lo que sucede en su problemática frontera sur. Si Marruecos se desestabiliza España será la primera en notarlo. Para el Gobierno marroquí esto supone, de cualquier modo, una oportunidad ya que puede demostrar que su agenda reformista va en serio. Son muchos los desafíos que Marruecos tiene por delante. Esta tragedia obliga a sus gobernantes a hacer frente a muchos de ellos.

En La ContraRéplica:

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