La recta final de las elecciones presidenciales francesas ya ha dado comienzo. Poco se puede esperar de ella ya que la victoria de Emmanuel Macron es prácticamente segura. Pero la cuestión no es esa, la cuestión es como Francia se debate entre lo que hay, que rechaza casi la mitad de la población, y la esperanza en que alguien sepa reformarlo. No está claro que Macron sea esa persona y más teniendo en cuenta el formidable desafío al que se enfrenta.
Vísperas francesas.
En una nueva pirueta de la estafa representativa democrática, en Francia van a sustituir al actual representante del cien por cien de los franceses, persona con un supuesto apoyo menor del diez por ciento de los votantes, por otra persona, que representará a toda Francia con algo más de un quinto de los votos como apoyo directo. Esto no es nada nuevo. Lo particular es que al no pertenecer a los partidos clásicos, se espera una nueva política, como si eso fuera posible. Hace 20 años y hace 20 siglos, la política sigue siempre el mismo patrón. Uno se inventa un relato de la realidad y promete unas soluciones que le permiten decidir y luego la realidad desmiente su relato y le impide aplicar sus propuestas, cuando no le obliga a hacer directamente las contrarias. Vísperas de cambio, pero solo de Presidente.
Un cordial saludo.