¿Y ahora qué?

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Zapatero recoge lo que ha sembrado. Regaló casi una legislatura a esta banda de hijos de la gran puta y aquí están las consecuencias de sus errores. Podría haber acabado con ellos, haberlos terminado de asfixiar económica y socialmente, pero no, estaba convencido de que iba a convencer a los etarras para que se volviesen buenos ofreciéndoles parte del pastel: un pacto a la catalana, muchas competencias y el corral tranquilo durante décadas. Luego ya se vería. Hace sólo cuatro años en el mapa de la España plural (TM), trazado a toda hostia entre las manifas del No a la Guerra y el Pacto del Tinell, estaba la ETA o, al menos, su versión oteguiana, que es incolora pero apesta igualmente. En ese mapa estaba incluido también Esquerra… y el Benegá. Al final todo se ha ido a la mierda porque los grandes planes, cuando son inmorales y aspiran a torcer demasiadas voluntades, terminan por fracasar. Ahora pasará a la siguiente fase. A Rubalcaba ya lo tiene a bordo. Sólo le falta un Amedo y una cuadrilla de mercenarios argelinos.

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