Donald Trump anunció hace dos días que con efecto inmediato se retiran todas las tropas estadounidenses de Siria. No son muchos, unos dos mil efectivos incluyendo asesores y personal de inteligencia. Trump lo anunció personalmente a través de su cuenta de Twitter y luego, horas después, Sarah Huckabee, jefa de prensa de la Casa Blanca, emitió un comunicado informando de los detalles.
La decisión al parecer ha sido algo del presidente porque en el Pentágono se negaban a hacer algo así, tanto por intereses estratégicos como por el hecho de que la guerra no ha terminado y de que sus aliados kurdos se quedarán a solas sobre el terreno. Lo cierto es que, bien mirado, merece la pena sacar a este pequeño contingente de allí. Vamos a ver por qué.
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La retirada de las botas estadounidenses del Medio Oriente es una decisión ya consensuada por los contribuyentes y sus gobiernos, con el gesto torcido del pentágono. Barack se retiró sin haber conseguido los objetivos previstos en Irak, escenificando una derrota y una huida, mientras que Donaldo lo hace tras la caída del ISIS y escenifica una redisposición estratégica. Y es que contar aliados y no aliados es más llevadero que contar bajas y costes. Oriente Medio es una maraña de intereses sencillamente irresoluble por lo que no siendo ninguno de los intereses estratégico para los EEUU, la aspiración estadounidense es una cierta estabilidad veleidosa que erosione a sus aliados y a sus no aliados en la región. Salir de Oriente Medio, del todo y para siempre, es improbable, salir se Siria, ahora, es impecable.
Un cordial saludo.