Este domingo Boris Johnson dio orden a Steve Barclay, el secretario del Brexit, de desligar al Reino Unido de la legislación europea. Las leyes europeas actúan sobre el país gracias a la llamada European Communities Act 1972, aprobada hace 47 años como condición previa para la entrada del país en la entonces Comunidad Económica Europea, cosa que hizo un año más tarde.
La derogación entrará en vigor el próximo 31 de octubre a las 11 de la noche, es decir, en pleno Halloween. Este paso no se atrevió nunca a darlo Theresa May porque no contaba con el beneplácito de la cámara de los Comunes a su plan de salida, pero Boris Johnson quiere, por un lado, marcar distancias con su antecesora y, por otro, dar algo de alpiste a quienes le apoyan en su plan de sacar al país de la UE dentro de diez semanas a cualquier coste. Incluido, claro está el del caos durante los días posteriores a una salida sin acuerdo. Este caos parece que ya lo tiene previsto el Gobierno según se extrae de un informe que publicó este fin de semana The Sunday Times.
Claro, que también podría tratarse de faroles perfectamente calculados para poner nerviosos a los líderes europeos y romper así el frente común que han mantenido hasta ahora. Necesita, por lo tanto, doblar su apuesta y no anda muy sobrado de tiempo.
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