Contrabalance de un gran año

Hace un año, la última semana de enero de 2016 exactamente, comencé a hacer un programa de radio desde mi casa para distribuirlo por internet. Una cosa sencilla, sin grandes aspiraciones. Me hice con una grabadora Zoom H1 de cien euros, la coloqué encima de un mini trípode y me puse a hablar. Esa fue toda la ceremonia. En origen iba a ser un simple comentario de actualidad sobre política y economía de unos diez minutos de duración que viniese a complementar lo que había dicho en la radio por la mañana con Abellán. Pronto me di cuenta de que diez minutos era poco tiempo, que si quería incluir matices hacían falta algunos más. Hace un año andábamos sin Gobierno y la información política estaba en su apogeo. Diez minutos no bastaban. Como tampoco bastaba con pulsar la tecla rec y ponerse a hablar. Necesitaba un formato, algo previsible que el oyente identificase rápidamente. Necesitaba también un nombre y una sintonía… y secciones… y periodicidad fija. Necesitaba, en definitiva crear un programa de radio.

Durante el mes de febrero fui puliéndolo y me decidí por llamar al espacio La ContraCrónica, que es como se llamaba la columna que durante 2012 y 2013 mantuve en la tercera página de La Gaceta. Yo soy muy de llevar la contraria así que el nombre, pensé, le haría justicia, me haría justicia. A partir de ahí dejé que la cosa fuese construyéndose sola porque un programa de radio es tan del que lo presenta como de sus oyentes. Me puse talebiano y dejé que el programa fuese tomando forma por puro ensayo y error. Si algo funcionaba lo mantenía, si no lo hacía lo abandonaba. A partir de marzo empecé a distribuir el espacio también por YouTube porque los oyentes me lo pedían. Hoy aproximadamente un tercio de la audiencia llega por esa plataforma. El resto entra por otras aplicaciones que beben del feed principal que se aloja en iVoox pero al que se puede acceder desde iTunes, TuneIn o Podcast Addict.

En principio pensé que si conseguía un promedio de unos 500 oyentes diarios merecería la pena el esfuerzo. A esa cifra llegué (y la sobrepasé) aquel mismo mes, lo que me impulsó a tomarme más en serio La ContraCrónica. Le hice un humilde blog en Blogspot para ir colgando y ordenando los audios y empecé a mirar micrófonos, mesas de mezclas y demás ingenios que transforman la voz en sonido de calidad. Agoté durante semanas a los técnicos de Radio 4G para que me diesen consejos sobre los arcanos de la edición de sonido, que es una ciencia en sí misma. Me aficioné también a escuchar podcast, muchos, todos los que me diese tiempo. Hoy muchos de ellos los sigo escuchando regularmente. Un día de estos haré una lista de mis favoritos (aviso, habrá sorpresas). De hecho lo que he dejado de escuchar es la radio y eso que yo era un impenitente radioescucha desde mi mocedad más temprana. No por nada, simplemente no tengo tiempo para todo. También hace tiempo dejé de ver la tele por razones similares. En España y, por extensión, el mundo de habla hispana, hay ya un podcasting de calidad con espacios de primera que abarcan todos los temas imaginables.

La ContraCrónica abarca solo uno: actualidad política y económica. Hablo de lo que se. De ambas cosas se lo suficiente como para rajar media hora diaria sin problemas. Para no defraudar a la audiencia, que es tremendamente exigente en este negocio, los temas me los preparo bien. Procuro no repetir tema. No improviso nada. Antes de ponerme a grabar hago un guión con los asuntos que no puedo pasar por alto, busco información, la contrasto y voy cosiendo los retales hasta que el speech de 20 minutos exactos de duración queda niquelado. Los hago de un tirón sin parar y sin leer ni una coma porque además de ser radio tiene que parecerlo. Los diez minutos restantes los dedico a secciones. Después de un año hay varias: la Podenotisia, las Noticias Mierder, el Pim-Pam Propuesta, las Acromates, la Contrarréplica. Esta última hace meses que se independizó y tiene día propio: los domingos, que es el día de los oyentes. La Contrarréplica tiene hasta sintonía propia, una suite para violín del compositor rumano Dumitru Bughici que parece compuesta para la misma sección. Los oyentes envían una nota de voz a un número de Whatsapp que abrí para el programa y yo doy curso a la nota en cuestión adornándola con un comentario.

El Whatsapp ha sido uno de los grandes descubrimientos porque ha obrado el milagro de hacer sonar un coro de opiniones de lo más variado. A estas alturas se cuentan por cientos las voces distintas con diferentes acentos de toda la Hispanidad que han pasado por el programa. Espero que a lo largo de 2017 sean miles las que pasen. Eso significará que la comunidad ha crecido. Porque La ContraCrónica es también una pequeña comunidad de gente que se identifica con el espacio y pone su granito de arena en forma de comentarios, llamadas y correos electrónicos. La muestra más palpable quizá sea La ContraPortada que nació el mes pasado. Es una ContraCrónica pero con recomendaciones de libros hechas por los oyentes a través de notas de voz. Se la inventó un oyente y le puso el nombre otro oyente. Esta aún en modo de beta testing así que no se que será de ella en el futuro. Lo que si tiene es cabecera debidamente musicalizada con la Danza Española nº 5 de Enrique Granados. Una delicia. La sección y la música.

Esto de la música fue otro de los dolores de cabeza de los inicios. Al principio ponía la primera canción que se me venía a la cabeza, pero al poco un oyente me informó de que si no disponía de los derechos y permisos correspondientes me la jugaba. Lo cierto es que no había caído en ello, así que me pasé a la música libre de derechos. La hay de todo tipo, pero escogí poner solo música clásica, que es muy elegante y, como soy aficionado, se de donde tirar. De manera que, un año después, no se si La ContraCrónica es el mejor programa de la radio a la carta, pero si puedo asegurar que es el que mejor música pone. Empezando por su sintonía, el tercer movimiento del Concierto de Brandeburgo nº3  en sol mayor de Johann Sebastian Bach en una interpretación de la Advent Chamber Orchestra especialmente enérgica. Para mis oyentes solo lo mejor.

Una de las peticiones de los oyentes más habituales durante los primeros meses era que incluyese temas históricos. Pero la historia no cuadraba en el formato así que cree un programa nuevo al que llamé La ContraHistoria. Arrancó el 1 de julio del año pasado aprovechando el primer centenario de la batalla del Somme. Si La ContraCrónica ha funcionado bien La ContraHistoria ha sido un éxito total. En siete meses he grabado 23 capítulos que han sido descargados cerca de medio millón de veces, casi 20.000 por capítulo. La ContraHistoria tiene un formato algo diferente. Dura algo más y es simple narración de un episodio histórico. Es lo que podía hacer con los medios (y el tiempo) de los que dispongo y parece que gusta por lo que continuaré haciéndolo. Para los curiosos, la sintonía de La ContraHistoria es el primer tiempo de la Sonata nº6 para piano en fa mayor de Beethoven, la que dedicó a la condesa Anna Margarete von Browne, esposa del primero de sus mecenas, el diplomático ruso Ivan Yurevich von Browne. No se yo si los oyentes habrán captado la indirecta: necesito un mecenas… o unos cuantos. Prometo no gastármelo en vino, a lo más en un nuevo micrófono al que tengo ya echado el ojo que es una maravilla, especialmente para los oídos. Ahí lo dejo.

Después de este año puedo asegurar que empezar a hacer radio por mi cuenta es de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Me encanta ponerme cada noche con la ContraCrónica e ir preparando toda la semana la ContraHistoria. No hay contento superior a saber que los oyentes están al otro lado deseando, entre otras cosas, llevarme la contraria. A mi me gusta que me la lleven y, qué diablos, del oyente, como del lector, se aprende muchísimo. El único pero que le puedo poner es que aún no puedo vivir de esto. Y no puedo hacerlo a pesar de que los números de audiencia son excelentes. En estos doce meses La ContraCrónica ha tenido 1,3 millones de descargas, solo el último mes 180.000, casi 7.000 diarias. No me invento nada, los contadores son públicos. No hay más que mirar los de iVoox y los de YouTube y sumar. Lo que no es público es la segmentación de la audiencia, esa me la dan estas dos plataformas, especialmente YouTube, que se esmera mucho en ofrecer un fidedigno retrato robot del oyente. El oyente medio de La ContraCrónica es un hombre de 25 a 44 años (62% de la audiencia), que vive en España (65%), en México (6%), en EEUU (4%) y en Colombia (3%).

No se yo mucho de publicidad, pero creo que este nicho es comercialmente interesante. Para las agencias la radio a la carta, lo que comúnmente se conoce como podcast, simplemente no existe. Lo comentaba el director general de iVoox hace no mucho en una entrevista con Francisco Izuzquiza, compañero del metal y tipo extraordinario. Los anunciantes saben ya que cada vez hay más oyentes ahí, pero desconocen en qué cesta meter este tipo de medio, no saben si pertenece a internet o a la radio lineal de toda la vida. En lo que se aclaran, y espero que no tarden mucho en hacerlo, no nos queda otra que buscarnos la vida por nuestra cuenta. La ContraCrónica y La ContraHistoria aceptan anuncios, naturalmente, voy más lejos, ambos espacios los están pidiendo. Tienen todos los elementos de un programa de radio menos la medición del EGM. Pueden ser menciones, cuñas, secciones dedicadas o cualquier cosa que se le ocurra al anunciante siempre y cuando encaje con el formato. Quien esté interesado en alcanzar a un coste ridículamente bajo una audiencia fiel y de gustos refinados no tiene más que contactarme aquí y hablamos.

No me extiendo más. Aquí os dejo el retrato de este año inaugural en números. A los que estáis al otro lado solo os puedo dar un millón de veces las gracias, un millón trescientas mil veces para ser exactos.

contracronica-estadistica-febrero-enero-16-17

 

contrahistoria-estadistica-julio-enero-16-17

4 Comments

  1. Mi más sincera enhorabuena, Fernando. Un gusto escucharte en todos los formatos. Espero que lleguen pronto esos anunciantes y puedas vivir de las contras. El trabajo bien hecho trae recompensa.
    Un abrazo desde Pilsen, República Checa.

    • Enhorabuena y te deseo lo mejor. El programa es de mucha calidad. Y si te animas al microcrowfunding cuenta conmigo.

  2. Ojalá termines viviendo de ello. El mejor programa de la radio española, así de simple. Información, cercanía, clase, buen gusto y entrenimiento a partes iguales. Y que conste que no soy precisamente liberal. Pero las cosas como son.

    Enhorabuena, Fernando. Un saludo.

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