Y Rivera se hizo liberal

La Asamblea Nacional de Ciudadanos, que es como esta gente llama a los congresos del partido, acaba de concluir sin dejarnos nada reseñable. Nada sustantivo quiero decir. Sigue mandando el mismo y sus representantes electos seguirán haciendo más o menos lo mismo allá donde calienten un escaño. Si este congreso de Coslada pasará a la historia será por el cambio en la definición ideológica del partido, que pasa de la socialdemocracia al liberalismo progresista (sic). Me fascina esta obsesión que tiene todo el mundo con poner apellido al liberalismo. Parece que les da miedo servirlo solo, bueno, de hecho les aterroriza servirlo solo porque ya saben que luego le pondrán lo de neo o lo de ultra detrás y por eso se apresuran a apellidar ellos antes a la criatura. Pasaba con el PP y vuelve a pasar con Ciudadanos. Pero no sirve de nada, el neo y el ultra le caerá igualmente.

Ciudadanos es un partido peculiar que desde siempre se resistió a la definición. Por un lado no es un partido nuevo como sí que lo es Podemos. Ciudadanos este año cumplirá once años de vida, aunque la mayor parte de ellos los ha vivido recluido en Cataluña. Nació en 2006 al calor del debate sobre la reforma del Estatuto. Más tarde quiso extenderse por otras partes de España pero fracasó estrepitosamente. El espacio que pretendían ocupar ya se lo había quitado Rosa Díez y su flamante UPyD. Ideológicamente eran el PSOE desprovisto del nacionalismo en el que hozaba el PSC de Maragall. Y ahí está la nómina de abajofirmantes que suscribieron el manifiesto Ciutadans de Catalunya del año 2005. No digo todos pero muchos de ellos eran o habían sido muy cercanos al PSOE. El PP de Rajoy estaba encantado con el invento porque así desgastaba a Zapatero, que había empeñado hasta la camisa para sacar aquel Estatuto adelante.

En Cataluña se mantuvo siempre fiel a sus principios fundacionales. No así en otras partes de España, donde ha dado tantos bandazos como ha sido posible. Y en tantos años fueron posibles muchos. Todo con tal de encontrar ese lugar al sol que les permitiese hacer política a lo grande, en Madrid, a la sombra de la Moncloa, con el caramelo del Gobierno acariciando sus labios. En fin, acordémonos de aquella turbia operación Libertas durante las europeas de 2009, o como decidieron no presentarse a las generales de 2011 porque sabían a ciencia cierta que el piñazo iba a ser histórico.

Para cuando Podemos irrumpe en la arena política hace ahora tres años Ciudadanos es todavía un partido regional, dedicado a lo suyo, es decir, a hacer en Cataluña el trabajo que el PP llevaba años sin hacer. Pero justo entonces suceden dos cosas. Mientras Podemos explosiona UPyD implosiona. Sumémosle a eso el descrédito del PP entre parte de su electorado y de pronto Rivera se encuentra con un nicho electoral para él solito, listo para su colonización y usufructo. Cosa que ha hecho durante este tiempo con bastante éxito aunque también con prisa porque había mucho más espacio a colonizar que colonos disponibles. Las municipales y regionales de 2015 se le dieron bien. Se coló en todos los parlamentos regionales menos en los de Canarias, Castilla-La Mancha y Navarra. En algunos consiguió resultados muy notables, en concreto en todos los que habían sido feudos populares. En Madrid, Valencia, Murcia, La Rioja y Castilla y León superó el 10%, lo que nos viene a decir que Ciudadanos prosperaba allá donde el PP tenía más votos que sacrificar. Resumiendo, que sus votantes venían mayoritariamente del PP. Esto más tarde nos lo confirmó el CIS.

Luego la cosa estaba clara. Si quería seguir pastoreando esos tres millones de votos salidos en su mayor parte del PP necesitaba dotarse de una definición en la que sus votantes se sintiesen más cómodos. Y es ahí donde ha nacido eso de liberalismo progresista, que bien podría entenderse como «somos liberales pero sin pasarse» o «somos progresistas pero no progres». Sobre el papel queda muy bonito, pero Ciudadanos ya no es ese partido catalán que caía tan simpático en Madrid. Ahora está jugando el partido. Tiene diputados en Cortes, unos cuantos, hasta 32, y esos diputados votan y promueven leyes. Ahí tendrán que demostrar si son más liberales o son más progresistas.

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3 Comments

  1. Solo veo algo que no me acaba. UPyD implosiona….mas bien cuando empezó a molestar lo hicieron implosionar.

    Cabe recordar que Rosa Diez fue la política mejor valorada y al no querer UPyD, que no ella sola, unirse con C´s por cosas como no tener información de con que partidos se iba a unir o temas de transparencia empezaron a atacarla a ella (Prensa amiga de Cs) y a desgastar a UPyD y repitiendo el mantra de que eran lo mismo. Y consiguieron lo que querían, quitarse a UPyD de en medio.

  2. Hola Fernando. Soy Santiago, de Uruguay y te escucho frecuentemente. Tu comentario sobre la manía de agregar apellidos a los partidos liberales me hizo recordar de un partido paraguayo de «frondoso nombre tropical» como lo definiera un periodista de mi país: el «Partido Liberal Radical Auténtico». El artículo correspondiente en Wikipedia da cuenta de las fechas en que se fueron agregando los apellidos (bueno, adjetivos) aunque no dice la razón. Yo supongo que debe haber habido una sucesión de escisiones. De todos modos, el nombre final, el «constructo» como dices tú, me parece maravilloso. Un cordial saludo desde el verano austral.

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