
De las muchas obsesiones que tiene López Obrador una de las mayores es PEMEX, la petrolera estatal mexicana que no atraviesa sus mejores momentos pero que el presidente quiere revivir. Su intención es acabar con la reforma energética de Peña Nieto, que abrió parcialmente el sector petrolero, y potencial PEMEX, a la que quiere recapitalizar y relanzar.
Recapitalizar porque la empresa está muy endeudada. Relanzar porque su gestión es francamente mejorable. PEMEX extrae cada vez menos crudo y los gastos de operación le asfixian. Nada anormal. Se trata de una empresa pública y, como tal, cuenta con una plantilla desproporcionada y padece una explotación deficiente. La cuestión es si AMLO conseguirá reflotar esa ruina o la hundirá aún más.
Los oyentes traen:
– ¿Mienten las encuestas o los encuestados?
– Trasvase de votos del PSOE a Ciudadanos
– Abstencionismo
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