
A solo cinco días de las elecciones un asunto de la máxima importancia se ha colado en la agenda de campaña: el fracking o fracturación hidráulica, una técnica que permite extraer petróleo y gas natural de la roca de esquisto. El fracking ha permitido en los últimos años a Estados Unidos ponerse a la cabeza del mundo en producción de petróleo, aligerando de paso las importaciones y ganando independencia energética. Trump es un gran defensor de esta técnica, que se ha extendido con gran rapidez por varios Estados, incluidos algunos como Pensilvania, que es uno de los Estados bisagra que podrían terminar decidiendo las elecciones.
Conocedor de la importancia de esta industria, en el último debate, que tuvo lugar el jueves pasado, el candidato republicano atacó por ahí tratando de convertir este tema en el tema estrella. Durante el debate aseguró que Joe Biden quiere “abolir toda la industria petrolera de Estados Unidos”, lo que implicaría la supresión del fracking y de toda la riqueza que genera en diferentes partes del país. Biden quiso defenderse arguyendo que su plan era hacer una transición hacia las energías renovables, por lo que en cierta medida daba la razón a Trump que vio cómo su contrincante caía en la celada. Pero, aparte de valor electoral, este asunto tiene muchas más aristas. Vamos a verlas.
En La ContraRéplica
- Expansión del gasto público
- Contagio por aerosoles
- Toque de queda y nuevas restricciones
- La clase política
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