Nadie le prestó atención cuando, hace diez años, saltó a Internet de un modo imprevisto. Se trataba de una enciclopedia en línea, colaborativa y gratuita. Cualquiera podría intervenir a cambio de nada. Los gigantes de la red no daban un duro por ella. Al final ha terminado devorándolos a todos. Su última víctima fue la enciclopedia Encarta de la todopoderosa Microsoft. El secreto de su éxito es su prodigiosa extensión. En inglés tiene tres millones y medio de entradas, en español más de 700.000. Nunca hubo tanto conocimiento a libre disposición de tantos. Sólo eso es sobrado motivo de celebración.
De haber sobrevivido, la enciclopedia Encarta cumpliría este año la mayoría de edad. Pero no ha podido ser. La completa enciclopedia que Microsoft lanzó al mercado hace 18 años feneció a mediados de 2009 ignorada por todos. Había sido lanzada en 1993, en un momento en el que las enciclopedias en CD-ROM eran el último grito. Microsoft, como suele ser habitual, llegó el último, pero se llevó el gato al agua sin mucha dificultad. Ofrecía –o decía ofrecer– todo el conocimiento humano en un solo disco, primero un CD y más tarde un DVD. Después, cuando llegó internet, la trasladó a la red donde la enciclopedia se actualizaba regularmente y recibía nuevos contenidos.
El hecho es que la Encarta, considerada hace una década como la superación definitiva de las viejas enciclopedias en tomos, no cambiaba nada más que el papel por el plástico. Llevaba aparejada en todo caso un ahorro de espacio y la posibilidad de actualizar las entradas conforme éstas fuesen quedándose obsoletas. Por lo demás era como la Britannica, la Larousse, la Espasa o cualquier otra enciclopedia de esas que anunciaban por televisión todos los años cuando empezaba el nuevo curso escolar. No era el futuro, sino la última y más sofisticada expresión del pasado.
Diderot o D’Alembert, padres de la primera Enciclopedia, no hubieran tenido demasiados problemas en entender el principio de funcionamiento de la Encarta, pero no habrían acertado a comprender a la enciclopedia que acabó con ella: la Wikipedia. La Encarta, y con ella el resto de enciclopedias tradicionales, no murieron por falta de lectores, sino porque esos mismo lectores encontraron un medio donde hacer su propia enciclopedia. Esa es la base sobre la que se sustenta la Wikipedia.
A diferencia de las anteriores, la Wikipedia no está editada por un grupo de enciclopedistas que seleccionan, criban y jerarquizan el conocimiento universal, sino por los propios lectores que, voluntariamente, se dedican a esa monumental tarea en un proceso de autoedición y autocorrección que no acabará nunca.
La idea la tuvo un agente de futuros de Alabama, Jimbo Wales, que tuvo la feliz ocurrencia de, en sus ratos libres, crear en el año 2000 un pequeño sitio web junto a su amigo Larry Sange. Se llamaba Nupedia y estaba dirigida a los académicos. Contribuir en ella era libre, pero había que ser experto en algo y demostrarlo con títulos. Luego otros revisarían el artículo hasta que el producto final fuese digno de las mejores publicaciones científicas. Una herramienta realmente poderosa para la investigación.
La Nupedia, sin embargo, tenía tantas limitaciones y era tan exigente que apenas produjo 100 artículos en tres años. Wales no tardó en darse cuenta de que su Nupedia pasaba desapercibida y que llegar a convertirla en algo conllevaría un trabajo titánico que habría de medirse en décadas. Por eso al año siguiente refinó la idea original alumbrando la Wikipedia. De su predecesora heredaría la licencia de contenido libre, el voluntarismo de sus colaboradores y parte del software desarrollado por la comunidad que daba sustento a la Nupedia. Todo lo demás sería nuevo. El renovado proyecto aspiraba a reunir en un solo sitio todo, absolutamente todo el conocimiento que la especie humana ha acumulado en los últimos miles de años. ¿Cómo podría hacerse algo semejante con un simple ordenador? Muy simple, abriendo la edición a todo el mundo y creando un sistema de chequeos internos que garantizasen la calidad de la obra.
El 15 de enero de 2001 la primera versión de la Wikipedia fue puesta en la red de redes. Casi nadie se hizo eco. Por aquel entonces Internet generaba más desconfianza que otra cosa. La burbuja punto com había pinchado unos meses antes y nadie quería dedicar un solo dólar en las dichosas startup que tanto dinero y disgustos habían costado a los inversores. Pero la Wikipedia no era una empresa al uso, sino algo bien distinto. Se trataba de una especie de fundación –llamada posteriormente Wikimedia Foundation– sin ánimo de lucro que invitaba a todos a colaborar a cambio de nada, por puro amor al arte.
Porque la esencia misma de la Wikipedia es hacerlo todo por y para la comunidad a cambio simplemente de satisfacción moral. ¿Comunismo?, ¿socialismo autogestionario?… no, liberalismo, y del duro. Jimbo Wales se autodefine como objetivista, una escuela de pensamiento libertario fundada por Ayn Rand que aboga por la soberanía absoluta del individuo, el capitalismo en estado puro y la desaparición del Estado. Quizá por eso hoy hablamos del éxito espontáneo de la Wikipedia y no del fracaso de una utópica y romántica idea malbaratada por los intereses de la política.
Rand era de la opinión de que el fin supremo de la existencia era satisfacerse a uno mismo. Una de las muchas maneras de hacerlo es siendo útiles a la comunidad en la forma y manera que consideremos oportuno. La Wikipedia cuadra a la perfección con este anhelo. Nadie está obligado a participar en su elaboración ni a consultarla. Pero puede hacer ambas cosas libremente. Puede editar un artículo desde cero o corregir y ampliar uno que ya esté escrito. Es en este punto es donde irrumpe la comunidad de editores que trabajan voluntariamente para enriquecer y acrecentar el cuerpo de la enciclopedia. Los más entregados pueden incluso arrimar, además de el hombro, la cartera y hacer donaciones desinteresadas para que la Fundación Wikimedia pague el tráfico de los servidores y las nóminas de sus 37 empleados.
Puede aparecer un vándalo –cosa que sucede con frecuencia– que deshaga todo el trabajo o escriba falsedades. La Wikipedia dispone de herramientas para, sino evitar, si disminuir el alcance de estos comportamientos tristemente usuales en cualquier entorno libre. Por un lado están los llamados bibliotecarios, una suerte de súper editores que se encargan de mantener limpia la enciclopedia. No son muchos, en la Wikipedia en español sólo hay 140. Así, algunos artículos conflictivos quedan restringidos y otros son directamente cerrados a la edición. Por otro, los propios lectores-editores advierten el destrozo y lo reparan o avisan para que alguien lo repare. El sistema es imperfecto, como el propio ser humano, pero en el largo plazo termina funcionando.
Al final, diez años después de su silencioso asalto a Internet, la Wikipedia ha terminado siendo el mayor repositorio de información creado jamás por el hombre. En inglés tiene más de tres millones y medio de entradas, muy lejos de las 62.000 que llegó a tener la Encarta en su última edición de agosto de 2008. La versión española está aún lejos con algo más de 700.000 artículos, 2.000 de los cuales se consideran “buenos”, es decir, amplios y revisados minuciosamente por la comunidad. Su número está en constante crecimiento a razón de unas 400 nuevas entradas al día.
La versión en español es la séptima Wikipedia del mundo por número de artículos, pero la cuarta por visitas. La diferencia es fácilmente explicable. Aunque el español es la segunda lengua más hablada del planeta tras el chino mandarín, sus hablantes viven mayoritariamente en países pobres donde los niveles de educación son bajos y la conexión a Internet no está muy extendida. Sirva de botón de muestra que hasta hace unos meses, el holandés con sólo 22 millones de hablantes tenía una Wikipedia más extensa que la nuestra. Conforme avance el siglo se irán igualando las wikipedias hasta que reflejen su número de hablantes real.
El inglés, la lengua franca de nuestro tiempo, no tiene ese problema. Su Wikipedia es gigantesca, tanto porque su número de hablantes es muy grande como porque el resto del mundo contribuye a su enriquecimiento, lo cual no es necesariamente malo. Por primera vez en la historia de la humanidad el mundo puede comunicarse en un solo código conocido en mayor o menor medida por casi todos. La Wikipedia original sirve de puente entre todas las demás, lo que contribuye a ampliar el conocimiento de lugares y culturas remotas, sólo accesibles a través de un intermediario lingüístico.
Diez años después de su fundación tal vez el mundo no sea un lugar mejor, Internet, en cambio, sí que lo es gracias a ella. Nunca antes pudimos saber de tantas cosas con tan poco esfuerzo, y esta maravilla nos la tenemos que agradecer a todos nosotros, voluntariosos autores de la Wikipedia.
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