
El viejo adagio electoral que asegura que los votantes se dejan guiar básicamente por el bolsillo parece que no está funcionando en Estados Unidos. La economía ha marchado francamente bien durante el primer mandato de Donald Trump, el país ha crecido de manera sostenida por encima del 2%, las cifras de desempleo han registrado mínimos históricos y la Bolsa no ha hecho más que revalorizarse. Pero todo eso no parece suficiente para el votante que, según se extrae de las encuestas, sigue prefiriendo la candidatura demócrata encabezada por Joe Biden.
Trump ha remontado en las dos últimas semanas, pero muy ligeramente y aún se mantiene lejos de su oponente, lo suficientemente lejos como para hacerse con los principales Estados e inclinar de este modo la balanza del Colegio Electoral como sucedió hace cuatro años. El desgaste propio de estar en el poder sumado al impacto de la pandemia y la movilización demócrata están anulando uno de los principales argumentos de campaña y, sin duda, el más temido de todos por parte del candidato demócrata. Sin él los republicanos se quedan cojos nada más empezar la carrera.
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