Los errores afganos de Biden

El presidente Joe Biden interrumpió sus vacaciones en Camp David este martes y regresó a Washington para comparecer ante los medios de comunicación y dar su propia versión de lo ocurrido estos días en Afganistán. Aseguró que sigue apoyando la decisión de retirar las tropas estadounidenses del país, aunque, eso sí, reconoció que los talibanes tomaron el control del país más rápido de lo que él esperaba y que la salida de Estados Unidos ha estado «lejos de ser perfecta». De esto último no se hizo responsable a pesar de que es el presidente. También calificó de desgarradoras las imágenes de afganos desesperados en el aeropuerto internacional de Kabul tratando de huir de su país, pero esto último tampoco iba con él.

Se comprometió a sacar a los estadounidenses y sus aliados del país de manera segura, al tiempo que cargaba todas las culpas de lo sucedido sobre las fuerzas armadas afganas, entrenadas y armadas desde hace años por Estados Unidos, por no plantar cara y luchar contra los talibanes. Dijo textualmente: «los soldados estadounidenses no pueden ni deben luchar y morir en una guerra en una guerra en la que las fuerzas afganas no están dispuestas a luchar por sí mismas».

La comparecencia apresurada del presidente y la caótica salida de Estados Unidos de Afganistán se convierten así en el capítulo final de la guerra más larga que nunca ha librado de Estados Unidos en toda su historia, una guerra que comenzó hace veinte años tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington. La guerra comenzó para hacer justicia y castigar a los responsables de los atentados. A eso mismo se acoge ahora Biden, que cree que EEUU ha cumplido de sobra con su misión liquidando a Osama bin Laden y privando a Al Qaeda de su santuario afgano. Hecho eso, en opinión de Biden, ni el ejército ni los contratistas tenían ya nada que hacer en el país.

La seguridad que mostró Biden en su discurso no es ni mucho menos compartida por los republicanos, por parte de los demócratas y por casi toda la opinión pública en Estados Unidos, que observan atónitos cómo el país ha enterrado a 2.500 personas y ha gastado cerca de un billón de dólares para nada. Afganistán vuelve al punto de partida y la humillación, por más que se empeñe Biden de disfrazarla de decisión estratégica, se está dejando sentir en todo el país, donde aún se recuerda la retirada de Vietnam en 1975. La polémica está servida y perseguirá a Biden hasta el final de su mandato.

En La ContraRéplica:

  • La presencia estadounidense en Afganistán
  • La entrevista de Ibai Llanos a Messi
  • Los liberales pro Biden

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