Maduro sigue ganando

El opositor venezolano Juan Guaidó, el mismo que hace cuatro años se puso al frente de un movimiento popular apoyado por Occidente para que Venezuela recuperase la democracia, se marchó esta semana del país por su propio pie para establecerse en Estados Unidos. A pesar de que en enero los opositores habían disuelto el Gobierno paralelo desposeyéndole del cargo de presidente interino, su figura aún era reconocida dentro de Venezuela. Pero, al parecer, tanto él como su familia se encontraban amenazados por lo que, temiendo lo peor, ha tomado el camino del exilio. Su partida ha sorprendido a muchos de sus seguidores. Algunos lo han entendido, otros le afean el hecho de emigrar.

Guaidó llegó a Miami el martes de madrugada tras un viaje largo y tortuoso que le llevó primero a Colombia y luego a Venezuela para concluir finalmente en Florida. Se dirigió primero a Bogotá para participar en una conferencia internacional sobre la situación de su país, pero el Gobierno de Gustavo Petro no le dejó permanecer en Colombia y tuvo que salir. Los colombianos arguyen en su defensa que Guaidó entró en el país de forma irregular por lo que fue invitado a marcharse. Fue ese el momento que eligió para largarse de Venezuela, algo que seguramente llevaba ya mucho tiempo valorando y para lo que contó con el apoyo de Estados Unidos. No es el único que ha tenido que exiliarse. Otros líderes de la oposición democrática venezolana se encuentran en el extranjero. El jefe de su partido, Leopoldo López, se encuentra en Madrid desde hace ya tres años tras pasar varios años en prisión. Junto a ellos más de siete millones de venezolanos han abandonado el país en los últimos años, 2,5 millones de los cuales se encuentran en la vecina Colombia.

Guaidó había dicho en un comunicado el lunes que quería asistir a la conferencia sobre Venezuela organizada por Petro para discutir el futuro de Venezuela y las sanciones de Estados Unidos contra el gobierno de Maduro. Los opositores venezolanos mostraron su interés en el evento porque llevan años presionando para que se reanuden cuanto antes las negociaciones con el gobierno de Maduro, unas negociaciones que han fracasado una vez tras otra y de las que debería salir una convocatoria de elecciones. Pero Maduro ya no las necesita, se siente fuerte y no tiene intención de dar el más mínimo crédito a una oposición fracturada, exiliada o ambas cosas a la vez.

La oposición venezolana se encuentra de este modo ante una situación muy parecida a la cubana. Es simplemente inoperante. Nadie cuenta con ella ni dentro ni fuera del país y era precisamente eso lo que buscaba el régimen de Nicolás Maduro. Con la victoria de Gustavo Petro en Colombia la oposición ha perdido, además, a su principal aliado en el extranjero. El expresidente Iván Duque rompió relaciones con Maduro y dio su respaldo al Gobierno interino de Guaidó. Con Petro se reanudaron las relaciones y se reabrió la frontera, algo que Guaidó ya criticó en su momento. Petro, entretanto, ha seguido ejerciendo de representante internacional de Maduro. La semana pasada se reunió en la Casa Blanca con Joe Biden y le pidió el fin de las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela. Ambos mandatarios emitieron un comunicado conjunto en el que dijeron tener un “compromiso compartido de apoyar y contribuir a la solución de la situación en Venezuela”.

Pero el compromiso no alcanza a los propios venezolanos. En la conferencia organizada este martes había diplomáticos de la Unión Europea y de 19 países más, entre ellos Estados Unidos. Ni los representantes de Maduro ni la oposición estaban presentes. Los primeros no tienen interés alguno en negociar nada. A los segundos ya nadie los tiene en cuenta.

En La ContraRéplica:

  • La purga chavista
  • Dilemas sobre la moralidad
  • Los Iluminati y la cultura pop

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