
El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, que tomará posesión dentro de poco más de un mes, inició esta semana su primer viaje «oficial». No lo ha hecho a Chile, Uruguay o Brasil, países vecinos con los que Argentina mantiene el grueso de sus relaciones comerciales, sino a México, en el otro extremo del continente a miles de kilómetros de distancia. Fernández quiere estrechar la relación con AMLO, un líder al que considera cercano en cuestiones ideológicas y con el que construir un contrapeso a presidentes como el de Brasil, Jair Bolsonaro, o el de Colombia, Iván Duque, ambos recién elegidos.
De trasfondo reaparecen los bloques entre afines al régimen bolivariano y detractores al mismo. No es esto algo nuevo, más bien constituye la tónica de los últimos veinte años. Los apoyos regionales que es capaz de concitar el eje La Habana-Caracas crecen o menguan de manera periódica, pero siempre lo han hecho al calor del crudo venezolano. Ahora es distinto, ahora el rescate viene de fuera y sus protagonistas son dos países en crisis.
En La ContraRéplica:
- Bukele contra Maduro
- El debate electoral
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