
Un total de cinco buques cargados de gasolina han viajado desde Irán hasta Venezuela para aliviar la alarmante escasez de combustible que padece el país. El primero de los cargueros arribó a las costas venezolanas el sábado pasado. Esta semana se espera la llegada de los cuatro restantes. En principio nada anormal. Un país importa gasolina de otro, aunque es ciertamente llamativo en este caso que el importador sea un gran productor de crudo incapaz de atender sus propias necesidades de gasolina. Pero el problema no está ahí, está en que tanto Venezuela como Irán son dos países sancionados por Estados Unidos, por lo que este envío constituye todo un desafío a Donald Trump.
Este fin de semana se filtraron unas declaraciones del propio Trump en las que aseguraba tener a Venezuela rodeada y estar a la espera de lo que suceda en las próximas semanas. Por de pronto el que ha movido ficha es el régimen bolivariano, inmerso en una crisis muy profunda que se ha ahondado aún más con el derrumbe del precio del crudo en los mercados internacionales. Nunca antes el Gobierno de Maduro había estado tan debilitado, pero Trump no se decide a intervenir, al menos por ahora.
En La ContraRéplica:
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