Arrancó ayer la edición vigésimo quinta de la Cumbre del Clima, una reunión de carácter anual auspiciada por la ONU en la que líderes mundiales y expertos en la materia discuten cuestiones relacionadas con el clima y acuerdan caminos a tomar. Este año la cumbre se celebra en Madrid de rebote. Le tocaba a Santiago de Chile albergarla, pero la ola de manifestaciones en octubre y noviembre lo han impedido, asó que el Gobierno español se ofreció voluntario para acoger el evento.
En España, donde siempre hemos sido más papistas que el Papa, la conferencia climática se ha recibido con un entusiasmo desaforado, pero no tanto entre la gente del común, que sigue a sus afanes cotidianos, como por parte de políticos y grandes empresas, que han encontrado en esto del clima un recurso propagandístico más. Nos hablan de emergencia climática y de transición energética, algo esto último que se ha puesto muy de moda últimamente y que, a excepción de los profesionales del ramo, nadie sabe muy bien lo que es.
En La ContraRéplica:
- Farolas con perspectiva de género
- La omnipresencia de Greta Thunberg
- Los costes de la cumbre
- El acuerdo PSOE-Podemos
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