¿Reformas?, ¿qué reformas?

Miguel Díaz-Canel fue ayer designado presidente de Cuba por la Asamblea Nacional, es decir, por Raúl Castro, que pasa a un segundo plano tras doce años en el poder. Con todo, para guardar las formas la designación se votó con un concluyente resultado: un 99,8% a favor del candidato castrista. Ni el Partido Comunista búlgaro en sus mejores tiempos. Tras el nombramiento Díaz-Canel dio un discursito mostró su fidelidad a los Castro recordando «Raúl se mantiene al frente de la vanguardia política» (sic).

Resumiendo, que seguirá mandando. Aseguró a la Asamblea que Raúl «encabezará las decisiones para el presente y futuro de la nación». En fin, blanco y en botella. El castrismo sin Castro era esto mismo: el castrismo con Castro.

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1 Comment

  1. La expresión «hacer el canelo» es sinónimo de dejarse engañar fácilmente. Pareciera que el castrismo, dictadura opresora de los cubanos bajo el pretexto de su liberación, quisiera transformarse en el canelismo, dictadura opresora de los cubanos bajo el pretexto de reformar su liberación, a ver si cuela. A Miguel habrá que concederle cien días de gracia, que no van a tener ninguna, pero no está claro si hay que contar desde su nombramiento o desde que fallezca su ventrílocuo. En todo caso, las reformas como expresión de la evolución social de Cuba son una quimera pues la sociedad cubana está atenazada y no se le permite expresarse; por lo que las reformas serán la expresión de la necesidad de perpetuar la dictadura.
    Un cordial saludo.

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