
El panorama en España es estremecedor y se encuentra fuera de control. Sólo entre el jueves y el sábado hubo que añadir casi 2.500 víctimas mortales más. Este es el único dato más o menos fiable al que nos podemos agarrar porque el número de positivos (81.000 en estos momentos) no tiene mucho valor ya que apenas se practican test. Como respuesta el Gobierno ha aprobado una batería de medidas que incluyen endurecer el confinamiento de la población prohibiendo toda actividad no esencial o, ya en el plano económico, el encarecimiento de los despidos para evitar que las empresas recorten plantillas ante la brutal contracción económica que ya tenemos encima.
Nadie, empezando por el propio Gobierno, ve la luz al final del túnel. Se están pagando ahora las consecuencias de la criminal imprudencia de hace un mes. Las unidades de cuidados intensivos de los hospitales se encuentran o colapsadas o cerca del colapso y el personal sanitario, aparte de no dar abasto, va cayendo en un goteo incesante. Pedro Sánchez no sabe dónde buscar culpables. Primero se excusó diciendo que esto no se podía prever, luego cargó contra la oposición, ahora le toca el turno a la Unión Europea, que se niega a abrirle la barra libre de crédito para gastar sin límite.
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